domingo, 12 de agosto de 2018

El infame chantaje del reciclado


     La historia del ser humano, del hombre como racional resultado de una evolución que todo lo pudo, esta jalonada de subterfugios; digamos que las edades del hombre se cuentan por excusas artificiosas urdidas para evadir compromisos. Hoy por hoy el medio ambiente vende, todo lo inunda, nada hay políticamente correcto que no pase por su cuidado y mantenimiento; se ha convertido en esa quimera que da pie a los listos para abusar de los que, a la sazón, no lo son tanto.

El roto

     Recapitulemos: Que el medio ambiente está bastante jodido, eso esta claro; que somos los humanos los principales actores de la película, evidente; que está en nuestra mano la solución, seguramente… pero maticemos, que no todo el monte es orégano. El mundo en el que vivimos es un sistema que básicamente se sostiene por el diseño de su evolución en equilibrio; muchas son las circunstancias que rompen ese equilibrio modificando el resultado de la dinámica natural; asteroides, volcanes, terremotos, explosiones solares, etcétera. La naturaleza ha convivido y se ha adaptado a esas circunstancias usando sus propias herramientas, pero su éxito se debe principalmente a que ninguna ha superado su capacidad de reajuste, entre otras cosas, porque esas circunstancias no surgieron específicamente para maltratarla, sino que ese maltrato surge como un efecto secundario; pero hete aquí que aparece en el mundo un bicho capaz de pensar; dicho esto como la capacidad de concebir planes y procedimientos con un objeto determinado… y la jodimos. En mi inane opinión, la aparición en la naturaleza de un animalillo con la capacidad del racional pensamiento fue un mal negocio, porque -y ahora sí- puede fastidiar a propósito, es más, tiene la capacidad para sobreponerse a una naturaleza adaptable para hacer más daño aún… pero abandonemos esta línea que no toca y abordemos la que sí.