Es como si en una fiesta cada cual bailara una canción diferente; unos en plan saltimbanqui, otros como el que nunca bailó y el resto con un palo metido por ahí, pero el último paso todos lo dan a un tiempo. Una bonita historia que se escapa al final por las prisas de irse a casa a cenar. Si hubiera terminado tres minutos antes sería mejor. No sé como quitarme la impresión de que este defecto acompaña a la mayoría de las pelis españolas. creo que somos de ese natural y como que nunca rematamos la faena. Por culpa de esto, "Las ovejas no pierden el tren", será una más de las que se olvidan sin más.
Luis F. de Castro