viernes, 23 de octubre de 2015

III - LEOPOLDO II DE BÉLGICA, "EL BONACHÓN"

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/3/39/Leopold_ii_garter_knight.jpg


¡Quien lo iba a pensar…! Quien hubiera dicho que Bélgica, ese discreto país, rodeado de poderosas naciones por doquier, ese país tan pacífico y tranquilo, fuera el lujoso hogar de uno de los magnicidas más efectivos de la humanidad. 
Pues sí, ese fue el Reino en el que Leopoldo II como segundo rey de los belgas, plantó sus reales. Este fue el tipo que, quizás ayudado por su locuacidad y bonachona fisonomía, embaucó a toda Europa y consiguió que en la Conferencia de Berlín de 1884-1885, convocada a efectos de repartirse África entre las potencias coloniales -a la sazón lobos sedientos de pasta-, y tras soltar un conmiserativo discurso* ante AIA (Asociación Internacional Africana); un discurso de esos que haría llorar al mismísimo Belcebú**, consiguió que se le concediera a título personal, la propiedad -¡Échale el dislate!- del Estado Libre del Congo.

El Tal Leopoldo, en razón a su personal propiedad y la no vinculación de su posesión al Estado belga y con el descaro del que no tiene que dar cuentas a nadie, se puso manos a la obra. Primero solicitando créditos a su propio reino para construir la infraestructura necesaria en su “finca” como para poder explotarla; segundo, crear un muro de silencio para que lo que pasara allí, se quedara allí; y tercero, llenarse la “buchaca” hasta decir basta.

La cuestión era sencilla. En esos tiempos la demanda de caucho era intensa y existía una carrera entre las potencias coloniales -ahí España no se comía un colín, como en otras muchas cosas- por hacerse con un mercado altamente lucrativo; ¡pues bien! Nuestro ínclito Leopoldo impuso unas cuotas de producción tan altas que sólo podían conseguirse obligando la población indígena en pleno a trabajar para él. Claro, como trabajar sin descanso, sin comida ni bebida y, sobre todo, gratis, no le gusta a nadie, los desgraciados se resistían y al mozo, desde su cómodo y alejado trono, no se le ocurrió otra cosa imponer regímenes disciplinarios típicos de genocidas, donde por poner mala cara te cortaban una mano, y de ahí, para arriba. Conclusión: La población del Congo desde que lo cogió el malandrín hasta que lo soltó, disminuyó en una cantidad que según autores, varía entre diez y quince millones de personas. Las cifras bailan en función a que era una población muy diseminada y no existían censos fiables, pero, lógicamente, si ubieran existido, solo habría sido para aumentar la magnitud del desaguisado.

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/5/52/MutilatedChildrenFromCongo.jpg


A tal punto llegó la cosa que no pudo ocultarse y hasta la “Pérfida Albión”, Inglaterra para los menos redichos, puso el grito en el cielo y convocó a los integrantes de la Conferencia de Berlín para chivarse. El caso es que su majestad genocida tubo que ceder a las presiones y magnánimamente donó el Estado Libre del Congo -Tiene mandanga el nombrecito- al parlamento belga, no sin antes conseguir que -por los servicios prestados, digo yo- se le pagara una compensación de cincuenta millones de francos belgas. ¡Vamos, que se fue de rositas… Eso sí, llevándose por delante de forma cruel y despiadada la vida de millones de habitantes de su “Estado Libre del Congo”

Pero, ni que decir tiene, que España seguía siendo, al decir de todos, la potencia colonial más cruel, ambiciosa y corrupta.






* Fragmento del discurso pronunciado por Leopoldo II ante la AIA.- Los horrores de este estado de cosas, los miles de víctimas masacradas por el comercio de esclavos cada año, el número aún mayor de seres absolutamente inocentes que son brutalmente arrastrados a la cautividad y condenados de por vida a los trabajos forzados, han conmovido profundamente los sentimientos de todos los que, a todos los niveles, han estudiado con atención esta deplorable realidad; y han concebido la idea de asociarse, de cooperar, en una palabra, de fundar una asociación internacional para dar punto final a este tráfico odioso que es una desgracia para la edad en la que vivimos”,

**En la literatura cristiana se empleó para designar al Príncipe de los demonios, de acuerdo a la antigua costumbre hebrea de representar deidades ajenas en forma maligna



3 comentarios:

  1. Hoy en día la cosa continua igual, ahora cazan elefantes, compran aviones militares bajo sobresueldos para su propio país o viven como jeques, estamos en el siglo XXI pero siguen viviendo como en la época del despotismo ilustrado

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La cuestión está en que hoy en día, los pueblos oprimidos lo son cada vez más y en otros sentidos. Solo cambia el color del opresor. En la actualidad el Rey barbudo ha sido cambiado por dictadorzuelos nacionalistas-fascistas-racistas y en extremo crueles que -para colmo- son amparados por potencias extrajeras a cambio de recursos naturales varios.

      Eliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar