lunes, 19 de octubre de 2015


UN GENOCIDIO COMPARADO 
INTRODUCCIÓN 

     Recién pasado el Día de la Hispanidad y ante la marea de declaraciones, escritos y opiniones en contra de la celebración, un “no sé qué” dentro de un servidor se revuelve y me obliga a hacer “algo” al respecto. Ese órgano interior que paso a llamar desde este momento la vesícula injusticiómetra y que segrega algo amargo e irritante cada vez que su dueño percibe alguna falsedad o injusticia, está soliviantada y -muy a mi pesar- no me deja conciliar el ánimo.

     No soy historiador, ni erudito, ni nada que se le parezca, pero leo mucho y tengo -creo- algo de sentido común, y es esa circunstancia la que se revela contra tanta tontería como se oye. Tontería que, al contrario de lo que la definición de la palabra, pudiera indicarnos, tiene trascendencia en tanto y cuanto no cae en saco roto. El pueblo español es un pueblo especial, un pueblo que marca su diferencia como resultado de un devenir natural, social y cultural específico... vamos, de su historia, y eso nos hace igual de diferentes que los demás. Es esa historia la que, a mi modo de ver y como nación, nos ha hecho derrotistas, pesimistas, acomplejados y un punto dados al victimismo, sin que nos demos cuenta de que, al contrario de lo que pudiera parecer al oír a tanto tonto, progre, psudofascistoide, e igualitario, somos -y me incluyo en él- un grupo humano que ha pasado por más vicisitudes que la mayoría, que ha vivido más desgracias, más renacimientos, más pobreza y más riqueza, más tragedias y proezas que los que nos rodean. 
     A mi humilde entender nos faltó la mercadotecnia, el autobombo y el merchandaising suficiente para que, al menos, las luces se vieran como luces y las sombras como tal y no todo como esto último. Por ahí rondan otros que -como en el parchís- hacen una y se cuentan veinte y esto duele y como no quiero resumir mi queja al recurso del pataleo, voy a empezar una serie de escritos sobre “genocidios” comparados. Historias que se dan por ciertas y que, a mi manera de ver, han sido torticeramente contadas con “a saber qué” intenciones.

     ¡Pues nada! Mañana les contaré como veo yo la cosa en un primer capítulo titulado: "Esos poderos, justos y dinámicos hijos de la Gran Bretaña".
                     Luis F. de Castro

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