miércoles, 20 de enero de 2016

Palmeras en la nieve (2015) Con media hora hubiera sido suficiente.



     Dice mi mujer que no me ha gustado porque es romántica, y digo yo que se equivoca. Para gustos, los colores que decía aquel, pero si el café con leche no tiene ni café ni leche… pues ya sabes, podrá ser de todo menos café con leche, y es que “Palmeras en la nieve” tiene muchas cosas, pero lo que no tiene es pies y cabeza. Cuando -por fin- termina la película, salta el debate: Que si aquella era la hermana de esta, que si el bantú era primo del masai… que si la abuela fuma… y pienso yo: ciento sesenta y tres minutos para no tener claro quien es quien es demasiado ¿no?
     La historia es interesante y tiene una potencialidad dramática evidente, pero el guión no ha sabido sacarle partido y me da en la nariz que al señor González Molina, los flashback se le hacen “bola”. No es secreto que llevar a la pantalla este tipo de argumentos es complejo. La épica requiere, ante todo, “no perder el hilo” y definir los personajes intensamente, anteponiendo estas circunstancias a los detalles… pues bien; en “Palmeras en la nieve” los detalles se hacen con todo, las escenas se despendolan campando por sus respetos y los planos enarbolan banderas independentistas por doquier; o sea un “batiburrillo” de los de alivio.
     En el aspecto interpretativo… ¿cuando se enterarán algunos directores que solo algunos y geniales actores “valen para todo”? Mario Casas está “mu bueno” -a decir de muchas/os-, tiene, además, un puntito cómico intenso y hace muy bien el enfadado, pero, o aprende mucho, o de papeles de esta complejidad debería olvidarse. Poca cosa puede ser peor para un actor como que le salga un chiste cuando lo que quiere es soltar una declamación dramático-trágica… pues en “Palmeras en la nieve”, don Mario Casas lo hace más de una vez.

    Por lo demás y en conclusión, solo decir que “Palmeras en la nieve” es -a mi humilde parecer- una oportunidad perdida y que como tal, debe ser vista.

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