sábado, 16 de enero de 2016

Star Wars. El despertar de la Fuerza -Y a quien le echo yo la culpa.

 

     Llevo mucho tiempo filosofando sobre quien es el responsable de una película. ¿Será el director...?¿los actores...?¿o será el productor...?¿y si fuera el público? Lo cierto es que a mi discreto saber y entender le parece que -como en casi todo en esta vida- es relativo. Me da que todos son/somos responsables del resultado en mayor o menor medida... según los casos.
     Lucas la lió parda allá por el 77. Star Wars es, a todas luces, un asunto delicado y todo porque nuestro amigo no supo contenerse en cierto momento de inspiración. Año tras año, película tras película, el fenómeno no hizo más que desbocarse, sería por el momento, la forma, o por "quiensabequé", pero "La guerra de las galaxias" no es sólo una película y, como tal, debemos tratarla.
     Ya me olí algo cuando Disney se hizo con los derechos, pero ya no tiene remedio; el mal ya está hecho. "El despertar de la Fuerza es una película desequilibrada, anómala dentro de "su todo" J. J. Abrams me da a mí que se ha desquitado con sus jefes y se ha marcado un cuadro preciosista sin motivo ni razón; se ha gastado hasta el último céntimo del presupuesto en continente dejando para el contenido... eso, la nada. Explosiones preciosas, carreras y más carreras, maquetas de las caras, sonido ¡buff!, pero de lo demás... una historia simple, simplísima y desconexa, con multitud de puntos oscuros, sin cohesión y sin justificaciones... y es que los fans de La guerra de las galaxias necesitan creer, necesitan tener fé y este guión no es más que un manual profusamente ilustrado sobre como perderla. Cuando sales del cine sales raro; no sabes muy bien qué has visto y como reaccionar ante ello... y es que no te aburres -quizás sea eso lo malo- por lo que la primera sensación es positiva, pero cuando -una vez en casa- analizas esta historia, te das cuenta que no vienes de ver una película de "nuestra" querida saga, sino un pequeño anexo para grapar a cualquiera de las otras.
     Hay que verla, pero con la nariz tapada.

Luis F. de Castro

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