miércoles, 9 de julio de 2014

El sincero maleducado.



Hoy es uno de esos días en los que  caigo en cuenta  de la necesidad del sentido común en las relaciones interpersonales. Hasta qué punto la positividad en el mundo de la percepción es beneficiosa.  Qué maravillosa la relación entre gente bienhumorada  y constructiva.  Hasta el punto de que considero que “Ver el vaso medio lleno” ya no es una opción, es una obligación moral que,  visto lo visto y atendiendo a la frágil e impresionable psicología de esta masa humana,  se ha convertido en una imprescindible terapia de grupo. 

Es teniendo en cuenta esta tesitura cuando caes en la cuenta de lo perjudicial que resulta el sincero maleducado. Todos los conocemos;  son esos especímenes  –entre otras cosas, un poco simples y primitivos- que carecen del sentido de la oportunidad mostrando una incapacidad patológica de discernir el daño que pueden causas sus acciones y palabras; son esas que en determinadas situaciones,  están más cerca del comportamiento animal que del  procedente del raciocinio y que ladran inmisericordes cuan poderosos justicieros, mientras otros solucionan los problemas que dieron lugar a esos ladridos.  Los hay en todas las escalas sociales, desde la vecina de al lado al compañero de trabajo, desde la ama de casa al parlamentario de turno.  Florecen por doquier; nos rodean atacándonos sin compasión incapaces de comprender el mal que les consume, inconscientes de su dañina manera de ser.  Todo tiene su momento, pero para ellos es siempre hora de quejarse, añadirle peros y descerrajar improperios indiscriminadamente; eso sí, nunca es tiempo de mirar el propio ombligo. Se alimentan del odio que crean, de la incómoda desazón que dejan en sus víctimas; y todo ello hasta el punto que la infelicidad de los demás les satisface, les sacia y les engorda el cuerpo y el alma. 
Son parásitos de la felicidad.

Luis de Castro

3 comentarios:

  1. Interesante punto de vista, algun@ se dará por aludid@.

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  2. Ciertamente, anónimo. Si no fuera cosa de sincero maleducado, haría una lista de los que me voy encontrando por ahí. Algunos no tendría ni que buscarlos; vienen a mi solitos.
    Gracias por leerme.

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  3. Gran verdad, tenía un "amigo" así, que por no crear mal royo con el resto de nuestro círculo le aguanté unas cuantas, es el típico sincero que dice lo que sea cuando más daño hace, en el momento más inoportuno y si hay mucha gente delante, mejor. Al final no me quedó más remedio que mandarlo a tomar por culo definitivamente, además suelen ser gente que la palabra "disculpa" no entra en su vocabulario, orgullosos porque piensan que todo lo que hacen está bien y generalmente malas personas.

    Sinceramente, creo que el mundo está mejor sin gente así

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