miércoles, 24 de julio de 2013

Crónicas ganimedianas -004- AGFO recibe “malas” noticias.


Ganímedes, 26 de mayo de 2.808


     AGFO llega tarde del trabajo. Los capullos de la mina, a pesar de haber retirado la reclamación vocal, pagar los desperfectos y la tasa, no han cumplido sus promesas y le están fastidiando bien. Hoy le han encargado el control de la espaciera que sube el mineral de la superficie a la órbita de trasferencia y entre el frío que se pasa abajo, el calor que se pasa arriba y el compañero que le han asignado, ha sido el acabose. ¡Menudo pazguato! Se llama ANTO y como le dé otro día como el de hoy, le carboniza la yugular: toda la jornada cantando el ¡Oh Susana, no llores más por mí!... Ese no es castigo para humanos.


     No se ha cambiado aún la gorepiel cuando recibe una comunicación por el menvisor.
-¿Cómo?¡No me lo puedo creer! ¡Que ya me han asignado mi binaria! –El cariacontecido gesto con el que entró por la puerta, se transforma de golpe en algo jocoso y esperanzado. Lleva casi un año esperando y, con la escusa de que las anteriores no cuajaron por su conocido mal carácter, esta nueva se ha retrasado sobremanera. Los de la Agencia, siempre descargaron sobre sus espaldas la responsabilidad, pero para AGFO no ha sido sino la propia ineptitud de sus funcionarios, los que no ha conseguido dar con la persona adecuada.
-Para esta tarde… sí, y aquí, ¡genial! –Miel sobre ojuelas. Le comunican que, en esta ocasión, cohabitarán en esta, su casa y que la nueva binaria tiene más experiencia que la anterior, por lo que con toda seguridad congeniarán a la primera. La anterior, GOFA, terminó yéndose al año y llevándose todo lo que pudo cargar en la espaciera. ¡Menuda harpía! Mandona y estrecha, la Agencia no quiso hacerse responsable del fracaso y no le devolvieron nada de lo que se llevó; ¡Puta!, si por lo menos hubiera estado buena, pero los de la jodida Agencia dicen que según el computo estético de AGFO, le correspondía una binaria con el mismo coeficiente. Recuerda que lo primero que hizo al verla fue ir al espejo para pedirse explicaciones... y se las dio; pero esta vez será diferente: Quiere dar buena impresión y, a pesar de que su coeficiente estético no ha mejorada y, por ende, no puede esperar nada del otro mundo, necesita enfrentar la situación con un extra de optimismo.
Lo que hace el resto de esa tarde y, como si un adolescente fuera, es seguir los dictados de sus enclaustradas hormonas. En el vaporizado que se da, no busca desprenderse del sudor y la suciedad del día, sino ahondar en su interior rebuscando una apariencia que perdió hace mucho tiempo. Evidentemente, se aplica olor de más: “eso por lo que merma” y cuando cree haber terminado y se mira en el espejo, no tiene por más que pensar... ¡Que sea lo que Dios quiera! En estos momentos, AGFFO no tiene otro remedio que preguntarse porqué en las clonificaciones ordinarias no le hacen a uno, junto a los arreglos internos, otros menos trascendentes: estirarle el pellejo, trasformar algo de grasa en músculo, un poco de pelo ¡vamos!, cosas así. Sabe que desde las revueltas de la metrosexualidad, está prohibido, pero ya podrían levantar un poco la mano ¿no? Al final, con un esmero extraño en él, se pone su mejor gorepiel -la que usa para ir a las ceremonias- y se suspende en el susiento del balcón para pasar el tiempo viendo algo en el menvisor.
No hace media hora que espera cuando el aburrido concurso que ve en el menvisor se suspende para dar paso a un aviso de llegada... ¡Un espaciera pide permiso para entrar! ¡Ya está aquí! Salta de susiento y estirándose la gorepiel, ofrece la mejor pose posible. Acepta la entrada y espera expectante. La membrana exterior vibra cuando la espaciera toma contacto y con lentitud calculada, la traspasa. La espaciera es de color rosa y cuando se desopaca y AGFO adivina a su esperada ocupante, sus ojos quieren salirse de las órbitas.
-¿GODA? Pero, pero... -AGFO se quiere morir. Ahora, de poco valen vaporizaciones, olores y gorepieles, sólo la imperiosa necesidad de ser desintegrado. Frente a él, una mujer extremadamente delgada, feucha y con un pelucón rosa desproporcionado, le regala una amplísima sonrisa mientras recoge su espaciera y con coquetos ademanes, la guarda en un bolsito -también rosa- que cuelga de su huesudo hombro. -¿Tú que haces aquí? -Pregunta incrédulo y acongojado-
-¡Qué gusto me da verte! AGFO... ¡Soy tu nueva binaria! - Nuestro hombre no comprende como puede ser tan desgraciado. Siente como su vejiga se afloja. Un billón de mujeres en el sistema solar y los hijos de puta de la Agencia le asignan como binaria... ¡a su suegra!
(Continuará...)


Aldade

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