sábado, 13 de julio de 2013

Lo que son los tópicos.

 Queridos y estimados conciudadanos de Colocotroco: Os muestro una misiva remitida hace algún tiempo desde nuestra querida vecina, España. En ella, un ciudadano relata las incongruencias de la vida cotidiana en un conocido barrio de la capital: Carabanchel, y aunque esto que cuenta ocurría hace algunos años, no creáis que la cosa ha mejorado algo. ¡Pobres!



Estimado Rey:
            ¡Lo que son los tópicos!
Desde bien antiguo, desde Viriato tal vez, las invasiones romanas, bárbaras, árabes y Dios sabe cuantas más, pasando por ese gabacho al que  despedimos con malos modos por no pedir el debido permiso, hasta hoy, la historia del indómito pueblo hispano se cuenta por sus gestas. Cuantas remembranzas de heroísmo labradas en la médula de su espinazo, cuantas. Proezas y más proeza; hazañas a granel que hacen rebosar el capazo de nuestra memoria. ¿Quien puede negar la evidencia? Somos la leche; y el indómito pueblo español se nombra por la cantidad y calidad de sus heroicidades… Pues las mismas que cualquier otro pueblo oiga, ¿o somos más valientes que los bereberes…? ¡Un pan como unas hostias!... ¿O más guapos que los azerbayanos…? ¡Y un pico de porrón moñudo!; por que el afamado pueblo ibérico, si me apuran, tiene poco de pueblo. Sólo nos parecemos a uno cuando nos pinchan el testículo desde fuera; mientras tanto, nos dedicamos a destrozar el concepto que de él se tiene hasta el siguiente picotazo. Ni igualdad, ni solidaridad, ni fraternidad, ni armonía, ni amistad, ni concordia, ni… para qué: “¡Pa cagarla!” Esa es nuestra filosofía vital, vamos, no tanto como los argentinos, pero casi; de hecho, en ese caso, los alumnos adelantaron al maestro.

¿Y a que vendrá el rollo que me he permitido soltar? Fácil. Carabanchel. Tierra corajuda entre las corajudas. Donde hasta los zorros temían a los conejos, donde los labriegos se afeitaban con el rejón del arado sin desenganchar los bueyes. Pues bien. Ya no es lo que era. Los pobres habitantes de estas tierras rinden pleitesía a unos mandamases que les exigen cada día más y más cánones y tributos. Insaciables, el oro de sus anillos no deja ver sus regordetes dedos y ya, ni firmar edictos pueden con comodidad. Sus capas de terciopelo se fabrican con doble fondo para que les quepa el ansia de poder y compiten entre ellos para ver quien la tiene más larga. Sus cetros ya no admiten más pedrería y miran de reojo a ver quien lo tiene más gordo. Como sigan por ese camino y si no les detiene nadie, terminarán rajando la gallina para buscar el origen de los huevos de oro. Les hacen pagar por todo lo que en cualquier sitio sería simplemente vivir. Hace algún tiempo pintaron líneas verdes y azules en la calle y dijeron que eso era el S.E.R. –Y yo que pensaba que SER era otra cosa- Y que el que dejara el vehículo allí: “a pagar”.-“oiga, que yo vivo aquí”. “Es igual, usted pagará, además, una cantidad fija”. Ahora la basura… “y cuidadín”.- “Oiga, que aquí hay  botellón los fines de semana y como no viene la policía local no dormimos y encima lo dejan todo sucio” “Usted denuncie, que algo se hará”. El caso es que de tanto pagar y de tan poco dormir va y le da un síncope al pobre e indómito vecino y  como una bala para el hospital, claro. Como está a dos minutos del Gómez Hulla, renqueante allí se presenta, pero como es el Hospital General de la Defensa y esa defensa no es la suya, “a la mierda” que diría F. Fernán Gómez, vamos que no le atienden, y tambaleante no se dirige al Doce de Octubre, no; ni al de Alcorcón que se encuentra a 25 minutos, ni al de Leganés, que está a 15, si no a su queridísimo hospital de referencia, al Clínico San Carlos que a las nueve de la mañana –Vaya hora para darle el síncope- está a 90 minutos de Cristo-Alá y toda la mitología Griega, y no es que a otra hora esté mucho más cerca. Además el familiar que le lleve que se olvide de su coche o que se amancebe con los 90 eurazos de multa que le van a caer, o con el rumano que le extorsione para no escogorciarle el vehículo; igualmente, que se lleve tienda de campaña, comida e infiernillo por que los de Urgencias dicen que trabajo tienen un “rato largo” y, aunque el interfecto sea de Carabanchel, no tienen ganas de que se les muera y después vengan los deudos con demandas. Eso sí, cuando salga de allí, el vecino lo hará con muda expresión de idiota y un montón de papeles en la mano.

 El caso es que estos corajudos vecinos, si por el tópico fuera, hubieran corrido a gorrazos a sus gobernantes, pero, ¡que va! mayoría absoluta, oiga. Talmente anestesiados. La fuerza por la boca. Le digo yo al del segundo de echarnos al monte y no sin razón me espeta que qué monte, si ya no queda. “.-Que no, que es a coger espárragos, que algo nos ahorraremos para pagar a estos…” “.-¡Ah, bueno!, si es pa eso…”




                                                                       Aldade

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