La comunicación entre humanos es meramente un trasvase de
información. La riqueza de dicha comunicación se basa en lo aprovechable de la
información intercambiada. El diálogo de sordos es algo peor que inútil; es contraproducente.
Cuantas horas perdidas en intentar que el otro escuche nuestro mensaje cerrando
nuestros oídos al suyo.
Saber escuchar es la antesala del conocimiento y, por ende,
del poder.
Cualquier día de estos intentaré cerrar la bocaza y
orientar las orejas convenientemente.
Luis F. de Castro
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