viernes, 2 de enero de 2015

Prisionero de si



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 Desventurado aquel que persiguiendo pequeños sueños de perfección se queda día tras día en el camino.
Desgraciado el que -como quien busca una excusa- descarga en el todos su frustrada visión del funcionar del mundo.
Pena ver como un batallón de hormigas en su cabeza le roban el descanso sometiéndole a la tortura de una vigilia permanente... y como se desespera al observar que ese al que creen fuerte es el más débil de todos.
Como hacer ver que necesita descansar; relajar esa vorágine de entelequias y unirse a un mundo más sencillo y liviano.
Cómo le gustaría sonreír sin sombras, hablar sin miedo y desterrar la culpa.



Luis F. de Castro