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Qué es la fe sino una promesa, la mayor de las veces, vana;
una motivación gratuita que nos arrastra por caminos oscuros hacia algo cuya
probabilidad es incierta. Somos seres que necesitan creer, seres que se
sustenta en inmensas columnas de espiritualidad cuya única finalidad es
mostrarnos objetivos utópicos, objetivos aparentemente necesarios para seguir
viviendo. El instinto de supervivencia de por sí, se desvanece a cada empellón
del raciocinio, sucumbe ante el empuje del argumento y la demostración y poco a
poco desaparece; pero nuestra naturaleza inconsciente porta armas para
mantenernos vivos en este mundo sin motivo, y la fe es una de ellas. Creer sin
más, se nos da bien; sorprendernos ante ínfulas
imposibles e injustificables nos apasiona y motiva más allá que un
teorema indestructible. Alguien dijo que la fe mueve montañas y no le falta
razón… yo diría que la tiene toda y, a pesar de las desgracias que acarreó
desde el principio de los tiempos, es, en parte, el motor de una especie que, de
faltarle, no sería otra cosa que un mamífero más.
Mal que me pese, soy un descreído. La motivación extra que
supone “tener fe” no recaló en mí y por lo tanto, o temo, o desespero, o me
resigno y por ende, me desplazo por esta vida con notables dosis de pesimismo a
cuestas. La fe está intrínsecamente unida al optimismo, un optimismo que niega
la mayor: la muerte; no la física cuya existencia es tan irrefutable como
nuestra estupidez, sino la espiritual. De una forma u otra, seguiremos
existiendo más allá de este cuerpo; el contenido sólo hace que cambiar de
continente y la fuente de nuestras desgracias desaparece. ¡Burda y útil
patraña!
Qué más quisiera que ser adicto a esa droga, tener excusas
para el comportamiento irracional y motivos para no temer el fin, pero, al
igual que muchos, la bioquímica de mi cerebro no ha conseguido darme esa
ventaja y –aunque no valga de nada-, me solazo pensando que tengo razón.
Luis F. de
Castro.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPerdona si parezco metijona, pero algunas cosas no las entiendo.
ResponderEliminarNo te preocupes, anónima, pero yo no soy metijón y tampoco me entiendo.
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