lunes, 23 de junio de 2014

La pragmática o cuando el diablo no tiene que hacer y mata moscas con el rabo.



No puedo contra mi razón y por más que escarbo en ella, no consigo sacar otra cosa que tierra para sepultar la monarquía. Por doquier aparecen contradicciones a la ética democrática que muestran que ser acreedor a derechos exclusivos por razón de nacimiento, no deja de ser una injustificable herencia del pasado y que, si bien en otra época pudiera haber tenido justificación; hoy carece de ella. Esa parafernalia llena de brillos y oropeles, tan anacrónicos en estos días de minimalismo y eficacia, no deja de ser como un extraño e inútil grano en el culo de nuestra civilizada y democrática sociedad: pero -como en otras muchas cosas-,  no es lo que parece.

Alguien dijo un día que el movimiento se demuestra andando y no le faltaba razón.
En un arrebato de inútil equilibrio me pongo a rebuscar en la todopoderosa Wiquipedia cuales son los países que disfrutan/soportan monarquías como la que tenemos en la piel de toro, y a resultas de la pormenorizada indagación, afloran un puñado de monarquías constitucionales o parlamentarias en las cuales el monarca no posee ningún poder efectivo: Canadá, Reino Unido, Holanda, Bélgica, Dinamarca, Noruega, Suecia, Australia, Tailandia, Luxemburgo, Japón y España
No menciono las absolutas ni aquellas en las que el parlamento no deja de ser una figura decorativa y… ¡Puñetas! Pues menuda congregación de países subdesarrollados, medievales, retrógrados y tercermundistas; tal se podría decir que de los que asisten a clase, sean los empollones en cuestión de calidad de vida.
Acto seguido dirijo mi interés hacia aquellos que son gestionados a la forma y manera republicana y, si bien hay muchos que pudiéramos considerar de relumbrón, dígase de Estados Unidos, Alemania, Francia, Italia, etcétera, no tarda mucho en aparecer un agujero en el que es difícil encontrar el fondo.
A continuación, envalentonado ya, me introduzco en la búsqueda de información sobre lo que cuesta a sus respectivos ciudadanos el mantenimiento de semejante grupito de privilegiados –jefaturas de estado en general- y ete aquí que tras dejarme los ojos leyendo, la española ni es de las caras ni de las baratas, como diría un castizo “Pichí, pichá”.
De los muchos artículos, informes y estudios al respecto resulta que la inmensa mayoría no citan las fuentes y muchos, además, desprenden un “tufillo” a “veo solo lo que quiero ver” que tira de espaldas, por lo que presté mi atención mayormente a aquellos que provienen de organizaciones internacionales, en especial las dedicadas a estudios políticos y que –en teoría- no se jacten excesivamente de seguir alguna tendencia. En casi todos, la única información fiable es lo que del presupuesto estatal se destina como tal a las diferentes casa reales o presidencias de república, pero ese apartado es sólo uno de los que conforman la “caja de Pandora” de los gastos de las Jefaturas de Estado. La parte en verdad sustancial es aquella que sin estar especificada en esa partida, “nos cuestan otro riñón”… digamos, por ejemplo: mantenimiento de edificios y propiedades que aún siendo públicas están adscritas a un uso exclusivo, escoltas y guardas prestadas por cuerpos de seguridad a cargo de otros presupuestos, viajes, y un largo etcétera que estremecería a los más curtidos de entre nosotros; pues aún así considerado, la monarquía patria es “del montón”.
Como quiera que estoy convencido de lo inexorable del axioma universal que dice que “TODOS MIENTEN” y tras día y medio leyendo verdades a medias y medias verdades, recurro a la mejor de las herramientas de las que dispongo: el sentido común aplicado al tránsito intestinal y llego a la conclusión de que mejor… pero mucho mejor, me quedo como estoy y las muchas averías de la nave que nos lleva, se irán arreglando poco a poco.
Hoy día, visto desde la perspectiva de una relativa paz social en nada comparable a otros tiempos más dramáticos y convulsos, donde las soluciones venían de la mano de cuchillos y fusiles, aparecen debajo de las alfombras algunos que intentan convencernos de que los problemas que nos rodean son inmensos, excepcionales, que el sufrimiento de nuestra sociedad está cerca de su límite… pues qué queréis que os diga, en mi humilde opinión no dejan de ser falacias como cualquier otra, estupideces interesadas como muchas cuyo único fin es el de “quitate tu payá que me pongo yo, que soy más güeno” y en las que el espíritu constructivo no se ve por ningún sitio.
Lo dicho; en mi poco docta opinión, lo que el pueblo español necesita para solucionar sus problemas es aquello de lo que ha carecido durante toda su historia, paz, tranquilidad y perseverancia; dejando atrás las arriesgadas apuestas que proponen esos visionarios que lo “arreglarían” todo de un plumazo, porque en lo que estos temas se refiere “los experimentos con gaseosa” y dudo que en los momentos que corren nos podamos permitir aventuras de este estilo..
La monarquía no es el mejor de los sistemas y visto lo visto, la república tampoco es perfecta, pero aprovechando que este es de esos escasos momentos de nuestra historia en que no nos matamos entre nosotros, solucionemos otros problemas primero, que “haberlos haylos” y no son “moco de pavo”

Luis de Castro

*'El coste presupuestario de las monarquías en Europa', 2011 Administración y Finanzas Públicas, Herman Matthijs
*http://www.casareal.es/ES/OrganizacionPresupuesto/PresupuestosAnuales/Paginas/organizacion-y-presupuesto_presupuestos_distribucion-2013.aspx
*http://www.elconfidencial.com/mundo/2014-06-03/es-tan-barata-la-monarquia-espanola_140522/

*http://coronas-reales.blogspot.com.es/2011/12/cuanto-cuesta-la-monarquia-espanola.html

2 comentarios:

  1. De acuerdo con todo, mejor quedarnos con lo que tenemos, y controlar a todos por igual, políticos, Jefatura de Estado, jueces, fiscales, y sobre todo, controlar la corrupción, entonces y, solo entonces, nuestra "casta política" se volvería a ganar creo yo, parte del respeto perdido, pero solo una parte, la otra parte la ganaran cuando dejen de expoliar al pequeño y, que el que más tiene, en conciencia más pague...

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  2. Recuerda la letra de "Cambalache"; aquel tango de Enrique Santos. Esa manera de pensar que en cabeza de la masa es dañina, cuando recala en "la casta", es catastrófica porque socava los cimientos de cualquier sociedad impidiendo que alcance la madurez.
    En España estamos en ese punto de inflexión. Depende del lado en que se decante prosperaremos socialmente o volveremos a la enésima dictadura... y otra vez a empezar.

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