No puedo contra mi razón y por más que escarbo en ella, no
consigo sacar otra cosa que tierra para sepultar la monarquía. Por doquier
aparecen contradicciones a la ética democrática que muestran que ser acreedor a
derechos exclusivos por razón de nacimiento, no deja de ser una injustificable
herencia del pasado y que, si bien en otra época pudiera haber tenido
justificación; hoy carece de ella. Esa parafernalia llena de brillos y oropeles,
tan anacrónicos en estos días de minimalismo y eficacia, no deja de ser como
un extraño e inútil grano en el culo de nuestra civilizada y democrática
sociedad: pero -como en otras muchas cosas-,
no es lo que parece.
Alguien dijo un día que el movimiento se demuestra andando
y no le faltaba razón.
En un arrebato de inútil equilibrio me pongo a rebuscar en
la todopoderosa Wiquipedia cuales son los países que disfrutan/soportan
monarquías como la que tenemos en la piel de toro, y a resultas de la pormenorizada
indagación, afloran un puñado de monarquías constitucionales o parlamentarias en las cuales el monarca no
posee ningún poder efectivo: Canadá, Reino Unido, Holanda, Bélgica, Dinamarca, Noruega,
Suecia, Australia, Tailandia, Luxemburgo, Japón y España
No menciono las absolutas ni aquellas en las que el
parlamento no deja de ser una figura decorativa y… ¡Puñetas! Pues menuda
congregación de países subdesarrollados, medievales, retrógrados y tercermundistas;
tal se podría decir que de los que asisten a clase, sean los empollones en
cuestión de calidad de vida.
Acto seguido dirijo mi interés hacia aquellos que son
gestionados a la forma y manera republicana y, si bien hay muchos que pudiéramos
considerar de relumbrón, dígase de Estados Unidos, Alemania, Francia, Italia,
etcétera, no tarda mucho en aparecer un agujero en el que es difícil encontrar
el fondo.
A continuación, envalentonado ya, me introduzco en la
búsqueda de información sobre lo que cuesta a sus respectivos ciudadanos el
mantenimiento de semejante grupito de privilegiados –jefaturas de estado en
general- y ete aquí que tras dejarme los ojos leyendo, la española ni es de las
caras ni de las baratas, como diría un castizo “Pichí, pichá”.
De los muchos artículos, informes y estudios al respecto
resulta que la inmensa mayoría no citan las fuentes y muchos, además,
desprenden un “tufillo” a “veo solo lo que quiero ver” que tira de espaldas,
por lo que presté mi atención mayormente a aquellos que provienen de
organizaciones internacionales, en especial las dedicadas a estudios políticos
y que –en teoría- no se jacten excesivamente de seguir alguna tendencia. En
casi todos, la única información fiable es lo que del presupuesto estatal se
destina como tal a las diferentes casa reales o presidencias de república, pero
ese apartado es sólo uno de los que conforman la “caja de Pandora” de los
gastos de las Jefaturas de Estado. La parte en verdad sustancial es aquella que
sin estar especificada en esa partida, “nos cuestan otro riñón”… digamos, por
ejemplo: mantenimiento de edificios y propiedades que aún siendo públicas están
adscritas a un uso exclusivo, escoltas y guardas prestadas por cuerpos de
seguridad a cargo de otros presupuestos, viajes, y un largo etcétera que
estremecería a los más curtidos de entre nosotros; pues aún así considerado, la
monarquía patria es “del montón”.
Como quiera que estoy convencido de lo inexorable del
axioma universal que dice que “TODOS MIENTEN” y tras día y medio leyendo
verdades a medias y medias verdades, recurro a la mejor de las herramientas de
las que dispongo: el sentido común aplicado al tránsito intestinal y llego a la
conclusión de que mejor… pero mucho mejor, me quedo como estoy y las
muchas averías de la nave que nos lleva, se irán arreglando poco a poco.
Hoy día, visto desde la perspectiva de una relativa paz
social en nada comparable a otros tiempos más dramáticos y convulsos, donde las
soluciones venían de la mano de cuchillos y fusiles, aparecen debajo de las
alfombras algunos que intentan convencernos de que los problemas que nos rodean
son inmensos, excepcionales, que el sufrimiento de nuestra sociedad está cerca
de su límite… pues qué queréis que os diga, en mi humilde opinión no dejan de
ser falacias como cualquier otra, estupideces interesadas como muchas cuyo
único fin es el de “quitate tu payá que me pongo yo, que soy más güeno” y en
las que el espíritu constructivo no se ve por ningún sitio.
Lo dicho; en mi poco docta opinión, lo que el pueblo
español necesita para solucionar sus problemas es aquello de lo que ha carecido
durante toda su historia, paz, tranquilidad y perseverancia; dejando atrás las
arriesgadas apuestas que proponen esos visionarios que lo “arreglarían” todo de
un plumazo, porque en lo que estos temas se refiere “los experimentos con
gaseosa” y dudo que en los momentos que corren nos podamos permitir aventuras
de este estilo..
La monarquía no es el mejor de los sistemas y visto lo
visto, la república tampoco es perfecta, pero aprovechando que este es de esos
escasos momentos de nuestra historia en que no nos matamos entre nosotros,
solucionemos otros problemas primero, que “haberlos haylos” y no son “moco de
pavo”
Luis de Castro
*'El coste presupuestario de las monarquías en
Europa', 2011 Administración y Finanzas Públicas, Herman Matthijs
*http://www.casareal.es/ES/OrganizacionPresupuesto/PresupuestosAnuales/Paginas/organizacion-y-presupuesto_presupuestos_distribucion-2013.aspx
*http://www.elconfidencial.com/mundo/2014-06-03/es-tan-barata-la-monarquia-espanola_140522/
*http://coronas-reales.blogspot.com.es/2011/12/cuanto-cuesta-la-monarquia-espanola.html
De acuerdo con todo, mejor quedarnos con lo que tenemos, y controlar a todos por igual, políticos, Jefatura de Estado, jueces, fiscales, y sobre todo, controlar la corrupción, entonces y, solo entonces, nuestra "casta política" se volvería a ganar creo yo, parte del respeto perdido, pero solo una parte, la otra parte la ganaran cuando dejen de expoliar al pequeño y, que el que más tiene, en conciencia más pague...
ResponderEliminarRecuerda la letra de "Cambalache"; aquel tango de Enrique Santos. Esa manera de pensar que en cabeza de la masa es dañina, cuando recala en "la casta", es catastrófica porque socava los cimientos de cualquier sociedad impidiendo que alcance la madurez.
ResponderEliminarEn España estamos en ese punto de inflexión. Depende del lado en que se decante prosperaremos socialmente o volveremos a la enésima dictadura... y otra vez a empezar.