Una sociedad sin niños es una sociedad triste, oscura y pesimista.
Al igual que la madera pasto de la carcoma, un pueblo sin niños se
quebrará ante cualquier dificultad, porque el aliciente de un
futuro es el futuro mismo.
El desánimo es cosa de viejos y de niños la ilusión. Lo son todo,
son la inspiración, son el motivo y la razón de un mañana vivo.
¿Dónde están los niños en esta tierra sin futuro?
¿Dónde el báculo de estos ancianos malhumorados y quejumbrosos?
Luis F. de Castro
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