No sé en que lugar de la lista de sumideros de impuestos se
encuentra Madrid. Ni idea tengo si los sufridos ciudadanos de esta
ciudad pagamos mucho o poco en relación a otras ciudades... no lo
sé; pero entre otras muchas consideraciones que pueden venir al
caso, sólo me queda decir que vivo en una ciudad “pelín”
asquerosa. No hay nada figurado en esto que digo, mi sensación va
más en dirección a la literalidad, a intentar haceros llegar que la
suciedad todo lo cubre y que para nada veo que la aportación que los
ciudadanos hacemos al erario se utiliza en lo que debiera ser
utilizada.
Madrid nunca fue limpia que digamos, siempre se dejó ver con una
extemporánea pátina de porquería que le daba la impronta de ciudad
mediterránea poco avezada en las lides de la ciudadanía
responsable, pero antaño -al menos- y en detrimento del extrarradio,
los gestores del municipio tenían el decoro de dedicarle algo de
dinero, tiempo y esfuerzo al “centro”. Quizás fuera por aquello
del “qué dirán”; o por intentar dar ante los visitantes una
imagen tan irreal como engañosa, pero mal que mal, de algo servía;
pero ya sea por los aprietos presupuestarios o por un regreso a la
desidia, hoy por hoy nos come la mierda en la villa y corte.
Unos dicen que los madrileños somos unos guarros, otros que son los
inmigrantes, otros que si los que nos visitan y muchos, que si las
privatizaciones o el “choriceo”... el caso es que “uno por
otro, la casa sin barrer”. No tardaremos en verle las orejas al
lobo y cuando los que viven de la buena imagen de la ciudad, vean
bajar sus ingresos, se quejarán amargamente por los emolumentos que
se comió la basura sin que nadie le pusiera coto.
Anexo excusatorio: Esta entrada me hubiera gustado que fuera más
directa y abrasiva; incluso algo soez, pero ¡válgame Dios! me he
comedido hasta límites insospechados.
Luis F. de Castro
No hay comentarios:
Publicar un comentario