Somos
esclavos de tradiciones, vicios, tópicos y prejuicios. Qué difícil
es encontrar un equilibrio; cualquier equilibrio. Si a la abuela no
le entra en la cabeza que lavar plato a plato consume más agua que
usar el lavavajillas, si no consigues dejar de fumar a pesar de eso
que le pasó a tu tío, si matar un toro a lanzazos es "de toda
la vida" y “no van a venir de fuera a decirnos lo que debemos
hacer”, como no va a poder quemar el paisano el monte para mejorar
los "praos".
Decirle
a este señor que es pan para hoy y hambre para mañana, sobra...
seguirá en sus trece, seguirá mirando con resentimiento a todo el
que haga algo para evitarlo, seguirá poniendo toda su energía en
demostrarnos que “su” tradición es más fuerte y válida que lo
que digan “esos que no saben nada” y sólo si quema a su hijo o
asa a su madre se dará cuenta -eso sí, por otra vía- que algo
falla en lo que hace.
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