lunes, 11 de enero de 2016

Joy -A Miss Lawrence no le pega-

   


    Pretender contar una historia a un tipo sentado en el banco del parque desde un tiovivo en marcha es, cuando menos, complicado. Esa es la sensación que me invade en mi asiento en la platea. Los mensajes llegan a trozos; unos rápidos y directos y otros mezclados con engrudo; y eso sin contar cuando el tiovivo invierte el sentido de giro sin avisar y nos somete a un centrifugado argumental insoportable. La película, aun sin estar vacía, no dice mucho. Una historia pretendidamente épico/doméstica más cerca del docureportaje con patrocinio añadido que de la consabida "basada en hechos reales" de toda la vida; algo hay de artificioso ejercicio de adoctrinamiento que no consigue hacernos despegar del asiento del cine; es un quiero y no puedo constante, donde la personalísima escuela de R. de Niro no hace más que perjudicar -más todavía- al conjunto.
     Tampoco a Miss Lawrence le pega el papel; jovenzuela sonrosada y virginal en todos y cada uno de los momentos de la trama, en ningún momento veo en ella la abnegada, voluntariosa y corajuda heroína que me quieren hacer ver. Sus intentos son vanos y me fastidia, porque sí tiene capacidad interpretativa, pero su problema es el mismo que tendría Lina Morgan interpretando al Rey Lear: no es su registro.

    Por todo lo anterior, sumado a una duración desmedida, una gaseosa intervención de Bradley Cooper, la inconsistente realización del director y más cosas que me dejo en el tintero, no merece mucho la pena... pobre.

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