Así veo a Daniel Sánchez Arévalo:
ligero de equipaje. La película parece estar hecha sin temor al fracaso, casi
temerariamente. Una asincronía casi insultante acompaña una trama que -en un
principio- cuesta seguir. Escenas atrayentes se solapan con otras que provocan
sentimientos parecidos a la vergüenza ajena; de las que tienes que apartar la
mirada casi por obligación, pero hete aquí que -a la postre- algo desconocido
las amalgama dando al conjunto un brillo original.
Los actores parecen haberse
contagiado del sistema narrativo: sincopados, inconstantes, descontrolados y
arrastran con ellos a un espectador que no sabe a qué atenerse hasta pasada
media película.
Digna de ser vista.
Luis
F. de Castro
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