¡Ay si Strauss
levantara la cabeza! Si en su momento, hubiera visto la escena en la
que se empleó su “Danubio azul” en “2001, Una odisea en el
espacio”, seguramente, necesitaría pestañear desaforadamente para
humedecer unos ojos a punto de salirse de las órbitas. Primero, por
la improbabilidad de entender lo que viere, y segundo, por la belleza
del binomio música/imagen.
Kubrick se luce.
Coreografiar la escena tiene mérito, mucho mérito, y es que ser el
primero en hacer algo es realmente difícil, y si además, es capaz
de producir sensaciones tan agradables, más. La peli es pionera en
muchos aspectos: maquetas, ambientación, técnica narrativa, pero
sólo por ver la llegada del transbordador a la estación orbital,
merece la pena. Ni que decir tiene que los efectos son alucinantes
-sobre todo para 1966-, pero centrarse en su elaboración, es restar
caché a una de los momentos claves del cine de todos los tiempos.
No he encontrado
ningún vídeo de la escena con la calidad que se merece, pero para
muestra vale un botón. Espero que recordar cosas como esta os siente
tan bien como a mí.
Luis F. de Castro
Precisa y preciosa, yo cuando la miro me entra una diarrea que lo peto, vamos una escena sublime, otros toman café, yo miro esta escena y me siento libre, seguro que no soy el único
ResponderEliminarEs como un ballet mecánico/cósmico.
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