El
cine, como cualquier manifestación artística, es un medio para
hacer llegar determinadas sensaciones desde un sujeto autor a otro
receptor. Si aceptamos esta aseveración como cierta, consideraremos
que el autor es mejor artista si la sensación/sentimiento que llega
al espectador es la deseada. Dicho esto, creo que don Javier Ruiz
Caldera, el director, es un buen artista.
Después de ver “Anacleto:
Agente secreto” sales con la sensación de no haber perdido el
tiempo, de haber hecho algo positivo; eso, de momento, es bueno y si
además, te dan ganas de seguir echando unas risas a cuenta de
recordar escenas de la película, mejor.
La
historia es “salvaje”, pero de un salvajismo contenido, no como
el de películas y series al uso, donde lo soez y chabacano se
utilizan como herramienta habitual, sino de un salvajismo como de
etiqueta, de ese que no mancha. Evidentemente parte de la culpa la
tiene Imanol Arias, al que eso de actuar le es tan familiar que no
parece que lo haga. Su presencia tranquiliza; es un tipo que -al
decir de Gila- “mata con indirectas” y en esta ocasión, tanto
Quim Gutiérrez como Alexandra Giménez se han dejado imbuir de
estas mismas maneras: Comedidos, pero efectivos.
Un
caso para analizar es el de Berto Romero: ¡Qué bien lo hace! Sólo
verle aparecer en pantalla y algo dentro de uno sabe que va a soltar
un chascarrillo entre ingenioso y desternillante. Para mí, ha sido
un verdadero descubrimiento… y no creo ser el único sorprendido.
Por lo demás, casi lo esperado. Un Areces mediocre y el resto en su
línea profesional y efectiva.
En
conclusión; Sin llegar a obra maestra, siquiera a espléndida, una
muy buena película de humor alocado y desatascador.
Luis
F. de Castro
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