Mala, mala, pero mala de verdad.
El
señor Wan se ha aprendido aquello de susto o muerte y de tanto meter lo
primero, casi consigue lo segundo. Es una sucesión de ¡¡¡huuu's!!! que cansa,
que estomaga. No hay historia, no hay interpretación, no hay técnica, solo
oscura y perversa mediocridad. Es acabar la película y darte cuenta de que has
perdido el tiempo ignominiosamente. El guión no consigue en ningún momento
crear una trama, siquiera una mínima historia que sujete al menos sibarita de
los espectadores a la silla; conclusión: el cine se convierte en una sucesión
de risitas y conversaciones que no hacen más que acompañar el trepidar de las
bolsas de ganchitos y al crujir de las patatas fritas al ser masticadas.
Si lo que queréis es pegaros el lote con vuestra pareja,
comer escandalosamente, o ventosearos para ver que pasa: esta bien, pero pagar
siete euros con setenta a cambio de ello, lo considero caro... ¿no os parece?;
para eso hay otro sitios más aquilatados de precio.
Luis F. de Castro
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