Qué eres, sino lo mismo que el otro pero
colocado de diferente forma. ¿Tienes algún derecho sobre alguien?, ¿algún
poder?; o no eres más que un corpúsculo infinitesimal colocado al lado de otro
corpúsculo infinitesimal que espera angustiado que pase algo. Lo deprimente es
que cuando acontece cualquier cosa, tu intervención es inane, inútil,
intrascendente poco más allá de un tiro de piedra, y a los que afecte, serán
igual de insignificantes que tú. Somos fútiles masas pensantes con delirios de
grandeza.
Enfrascados
como estamos en adorar las veleidades de la pelusa de nuestro ombligo, se nos olvida
que todos tenemos ombligo. Somos miles de millones de ombligos y miles de
millones de pelusas exactamente igual de asquerosas y aburridas y que sólo
aquel que; -¡Oh sorpresa!- se da cuenta de que tiene dedos que la sostienen, se
sale del hatillo, reventándole el conjuro al malhadado brujo que nos tiene
encantados. Tanto tiempo evolucionando, puliendo las conexiones neuronales,
elaborando un pensamiento superior, para que ese raciocinio sublime y desarrollado se termine esmerando más en la
maldad, el orgullo, la envidia, la ira, la inmodestia, el derroche, la
deslealtad, el desamor que en todo lo contrario. Sí; y no son los otros, eres
tú, soy yo. El malencarado del semáforo, en funcionario cabrón, el fontanero
estafador, el violador, el ocupa, el asesino, el político corrupto, todos somos
tú y yo. Y todos aquellos que los sufren sin quejarse, sin alzar siquiera un
brazo y que luego crean una atmósfera irrespirable con sus comentarios y
actitudes en voz baja. Que también somos tú y yo.
Cierras la puerta de tu casa con tres vueltas
de llave, contratas un seguro que te asegure contra incumplimiento de seguros,
te inquietas cuando ves a los guardias, te recoges cuando anochece…Hemos hecho
de la vida humana un enorme u cambiante código penal del que no te puedes fiar.
Nuestras manos ya no son blancas. La humanidad hipercomunicada, supralegislada,
donde los gatos tienen millones de pies, no es viable. Tarde o temprano alguien
o algo nos llamará a capítulo y nos dirá a la cara que somos FEOS, TONTOS y MUY
POCA COSA y que a lo más que llegaremos es a destruir una parte de la corteza
de una motita de un puntito que brilla -y brilla poco- en una galaxia que
brilla -y brilla poco- en un rincón olvidado del Universo.
¡Ah!,
y no les digas a otros lo que crees que son porque te estás insultando a ti mismo.
Luis F. de Castro.
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