RÓMULO
Y RÓMULA
Mis queridos colocotrocos: En estos tiempos que corren, donde hasta pedir la hora sale por un pico, cualquier cosa es posible. Si no, mirad esto que os cuento. Es una historia real ocurrida en un reino llamado España. Por supuesto, en el reino de Colocotroco, esto sería imposible: Todo el mundo sabe que aquí, todos los búhos tienen nido, despiojado exclusivo y ración diaria de topillo gratuita. ¡Faltaría más! Además, a todos ellos se les dota del nobiliario título de "Gran Duque" firmado y rubricado por el que esto suscribe.
Una primavera más -y
ya es la tercera- Rómulo y Rómula han hecho su aparición por los cielos de
Sevilla la Nueva. Entre piropos, arrumacos y ululeos, plantaron sus reales en un
ático con envidiables vistas al patio de la comunidad de propietarios. Sin
prisa pero sin pausa, dedicaron los primeros días de estancia en adecentar el
pisito; repararon los desperfectos que el invierno causó y lo dotaron de todas aquellas
comodidades que la campiña sevillana les puede proporcionar y -sin dilación-,
acometieron la ardua labor de fabricar polluelos. Al poco, -treinta y seis días
de nada- tres de los huevos se convirtieron en sendas pelotas de grandes ojos y
plumón blanco que -como cualquier hijo de vecino-, no hacían más que pedir
comida.
Como
imagino habrán adivinado, Rómulo y Rómula son dos hermosos elementos de la
aristocrática familia de los estrigiformes de toda la vida, y de la rama bubo
para más señas y, al contrario que otras familias reales, el erario no sufre
con su presencia; más bien al contrario.
Todo el mundo sabe
que los búhos no son de fiestas y algarabía y serios como ellos solos, por lo
que sería de presumir la buena acogida entre los convecinos; pero hete aquí que
aparecieron algunos disconformes –de esos que nunca faltan en una comunidad de
propietarios que se precie- y obviando
su real procedencia y con peregrinas razones, desahuciarlos quieren. Les acusan
de comer gatos con pedigrí…
No verán que donde
hay palomas y conejos,
¡Malandrines,
bellacos y bribones!
no quieren ver a
los gatos ni de lejos.
No verán cuán
grande es la patraña,
que donde haya
urracas y ratones,
para qué un
puñetero gato que araña.
y si bien la causa
sobreseída quedar pueda,
por estúpida,
tonta, falaz y majadera,
por mentecata,
gansa, mentirosa y embustera,
siguen la máxima de
“injuria que algo queda”
Por ello, a
palabras necias, oídos sordos,
que sin duda lo
primero es lo primero,
y es poner toda la
gracia y el esmero,
en sacar adelante unos
pollos bien gordos.
Y bien, esperemos
que nuestros ínclitos amigos Rómulo y Rómula consigan llevar su prole a buen
puerto un año más y que, siguiendo la máxima de que mucho ayuda quien no
molesta, podamos colaborar con ellos para que sus descendientes vuelen libres
por la bella dehesa de este pueblo madrileño.
Aldade
Última hora:
ResponderEliminarLLevaron a su prole a buen puerto.
Pues parece que sí. Gracias por tu interés.
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