http://nomegustamessi.blogspot.com.es/2011/05/gato-de-caza.html
Hoy, querido amigo,
he dormido fatal. Las tres cervezas de ayer noche me sentaron como si me hubiera
bebido un bote de don Limpio y a eso de las cuatro estaba recorriendo el
pasillo de casa arriba y abajo intentando digerir el chute de ibuprofeno que me
metí “palosadentros” Lo cierto es que a tenor de la reacción de la gata, debía
tener un aspecto deplorable: En calzoncillos, arrastrando los pies y con cara
de cadáver, al darnos de bruces, se arqueó cual
bóveda mozárabe y el rabo se le puso como el cepillo del limpiar el
polvo. En ese momento se cruzaron por mi cabeza ideas contrapuestas: ¿moriría
intoxicado por la droga o desangrado a cuenta de un zarpazo en la yugular…? Lo cierto es que ambos optamos por la
retirada; ella hacia sus cuarteles de invierno –versus edredón del tálamo
conyugal- y yo hacia el retrete buscando un cónclave entronado.
Alguien dijo alguna
vez que la paciencia era la madre de todas las ciencias y caigo en la cuenta
del porqué soy de letras, ¿verdad?. Cinco inaguantables minutos más y me
levanto hacia la cocina para tomar un café. Nunca fueron fáciles las cosas de
la convivencia, pero hay momentos en los que eres vulnerable… más bien, muy
vulnerable y en esos, tienes todas las de perder y ni que decir tiene que ese
era uno de esos momentos. ¡La cafetera más seca que el ojo la Inés…! De las
muchas opciones posible –ninguna buena- tomo la de la resignación y dejo otra,
la del asesinato, para más tarde.
Una vez hecho el
café, tomado, relamido mis canas y arrojado pelillos a la mar, retomo el diario
devenir. Cuando abro la puerta de casa para salir, me topo con la vecina que
riega las macetas del rellano. Se sorprende, me mira a través de unas gafas de
pasta del siglo XVIII y con un respingo impropio de su edad –que debe rondar la
cuarentena- se mete en su casa en dos saltitos. Imagino el motivo de su
sorpresa; está en bata; y no en una bata cualquiera, sino en una de esas de las
de estar por casa, hasta la rodilla, con más años que el mear y un roto en la
cadera del tamaño de una pizza mediana… ¡terrible! A través del mismo me enseña
lo que se supone son unas enormes bragas de color azul cielo. Completa su
atuendo con unos calcetines marrones que intentan realzar las pantuflas de
felpa roja con agujero aireador de dedos gordos.
Quiera que no, con
el portazo se ha llevado parte de mi mala “follá” del día. Quizás el infausto
inicio no sea más que una amenaza más de eso que algunos llaman destino y que
tanto tú como yo, llamamos “puta vida”. Espero no aburrirte con esta carta,
pero si es así, te jodes, que para eso están los amigos.
Luis de Castro
Querido y magnánimo amigo, si tienes migrañas te jodes, si la felina te rasga la yugular, pues te jodes, que el cabrón del jardinero le da por dar por culito ya de mañana pues... Amigo resignación por no tener a una macizorra por vecinita por lo tanto y visto lo visto esta vida es una jodienda y, en el fondo el que menos jode amigo eres tú y tu miserable vida.
ResponderEliminarPor lo cual te recomiendo que seas tú el que jodas y no el jodido.
Sin más se despide de ti tu querido amigo.
Serás pazguatillo: Ni esa migraña era una de las mías -las mías son señoriales-, ni la gata era Japu -si lo hubiera sido, a estas alturas, yo estaría fiambre-, ni el jardinero es el que me jode todas las mañanas -el mío es hembra, rubia y sopla con más estilo- y, por supuesto, la vecina no es de aquí -la de aquí es venezolano, ocupa, bizco y mafiosillo- y -lo más importante- el amigo no eres tú; entre otras cosas porque el del relato no me contesta, ni me insulta ni se bebe mi cerveza.
EliminarNi que decir tiene que no atinaste ni una -como de costumbre- por lo que te recomiendo que vuelvas a las viejas y ancestrales costumbres para fomentar la amistad: callar y dar tabaco.
Un abrazo.
El Lui.
Eso echa más basura a nuestra idílica situación so ladrón.
ResponderEliminarTu latin lovers