sábado, 9 de agosto de 2014

Sobre la medida de las cosas



Seguramente habréis oído aquello de  “… y qué es eso comparado con el cariño de una madre” Suele ser una de esas aseveraciones que se hacen para menospreciar -de alguna forma-, frases relativas a  cosas cuya cantidad es notable; y ahora, yo me pregunto: ¿tenemos realmente conciencia de la proporción de las cosas?  Porque el tamaño de lo que nos rodea es un concepto tan abstracto como “la fe” sino es comparado con algo; solo en ese momento consigue nuestra mente darle un valor “razonable”.
Me viene a la cabeza aquella situación por la que una persona –muy enfadada ella- calificaba de irracional, inadmisible y demencial que otra votara a determinado partido político –legal, por demás señas- para, acto seguido, usar exactamente los mismos calificativos para definir al asesino de una niña…  O cuando escuchas a los espectadores de un partido de futbol  dirigirse al árbitro en términos que no usaríamos para James Manson o Adolf Hitler.
Si usáramos el raciocinio para mesurar esos –llamémosles- desfases, nos daríamos cuenta que hay que bajar el listón; hay que reducir el nivel para dejar espacio para que podamos digerir la verdadera medida de las cosas.
La mente humana es la hostia; compleja como pocas cosas en la naturaleza; comprenderla es –en muchos casos- misión imposible y sólo desde esta óptica podremos convivir con nuestros vecinos. Intentar buscar el motivo a cada una de nuestras acciones,  pretender justificar todos nuestros actos es –cuando menos- un derroche de recursos y no se me va de la cabeza la idea de que mejor nos iría si esos recursos los dedicáramos a otras cosas.

Luis F. de Castro

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