En este caso -como en muchos otros- es injusto mezclar
churras con merinas. Los sindicatos deberían financiarse con las cuotas de sus
afiliados, al igual que -como entidades de interés público y sin ánimo de
lucro- ser beneficiarias de ciertas ventajas fiscales y subvenciones,
pero de ahí a convertirse en sumideros de recursos, va un mundo. La
actual falta de control sobre sus cuentas lleva a las irregularidades que todos
vemos día a día y ello no hace otra cosa que ahondar la desafección que
provocan en una gran parte de la población trabajadora. Pienso que el mundo
sindical se ha dejado a su suerte, siendo los principales culpables de ello, sus
propios dirigentes. Los sindicatos son imprescindibles, pero su descontrolada
deriva y el escaso esfuerzo que hacen por mostrarse como tal, van camino de
lograr que muchos trabajadores escojan otros caminos en la defensa de sus
derechos.
Luis F. de Castro
Eso lo sabemos todos, pero ¿quien le pone el cascabel al gato?
ResponderEliminarSi tenemos en cuenta la política generalizada de clientelismo que se lleva en España, lo de los sindicatos es una cosa más de las muchas.
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