Hoy es uno de esos
días en los que caigo en cuenta de la necesidad del sentido común en las
relaciones interpersonales. Hasta qué punto la positividad en el mundo de la
percepción es beneficiosa. Qué
maravillosa la relación entre gente bienhumorada y constructiva. Hasta el punto de que considero que “Ver el
vaso medio lleno” ya no es una opción, es una obligación moral que, visto lo visto y atendiendo a la frágil e
impresionable psicología de esta masa humana, se ha convertido en una imprescindible terapia
de grupo.
Es teniendo en
cuenta esta tesitura cuando caes en la cuenta de lo perjudicial que resulta el sincero maleducado. Todos los
conocemos; son esos especímenes –entre otras cosas, un poco simples y
primitivos- que carecen del sentido de la oportunidad mostrando una incapacidad
patológica de discernir el daño que pueden causas sus acciones y palabras; son
esas que en determinadas situaciones,
están más cerca del comportamiento animal que del procedente del raciocinio y que ladran
inmisericordes cuan poderosos justicieros, mientras otros solucionan los
problemas que dieron lugar a esos ladridos.
Los hay en todas las escalas sociales, desde la vecina de al lado al
compañero de trabajo, desde la ama de casa al parlamentario de turno. Florecen por doquier; nos rodean atacándonos
sin compasión incapaces de comprender el mal que les consume, inconscientes de
su dañina manera de ser. Todo tiene su
momento, pero para ellos es siempre hora de quejarse, añadirle peros y descerrajar
improperios indiscriminadamente; eso sí, nunca es tiempo de mirar el propio
ombligo. Se alimentan del odio que crean, de la incómoda desazón que dejan en
sus víctimas; y todo ello hasta el punto que la infelicidad de los demás les satisface, les
sacia y les engorda el cuerpo y el alma.
Son parásitos de la felicidad.
Luis de Castro
Interesante punto de vista, algun@ se dará por aludid@.
ResponderEliminarCiertamente, anónimo. Si no fuera cosa de sincero maleducado, haría una lista de los que me voy encontrando por ahí. Algunos no tendría ni que buscarlos; vienen a mi solitos.
ResponderEliminarGracias por leerme.
Gran verdad, tenía un "amigo" así, que por no crear mal royo con el resto de nuestro círculo le aguanté unas cuantas, es el típico sincero que dice lo que sea cuando más daño hace, en el momento más inoportuno y si hay mucha gente delante, mejor. Al final no me quedó más remedio que mandarlo a tomar por culo definitivamente, además suelen ser gente que la palabra "disculpa" no entra en su vocabulario, orgullosos porque piensan que todo lo que hacen está bien y generalmente malas personas.
ResponderEliminarSinceramente, creo que el mundo está mejor sin gente así