jueves, 17 de julio de 2014

Las cosas de Teobaldo (Un pedazzzzito más)

     

                                                                  http://www.demiedo.es/asesinato-sangriento/
     

     -Muñeca... yo nunca repito la misma puta... sólo trae problemas, pero en tu caso... en tu caso puedo hacer una excepción. -El hombre, en un principio expectante ante la sumisa actitud de Cornelia, deja caer el maletín, y con recuperado aplomo, acorta de nuevo el espacio que les separa, pasa uno de los brazos por su cintura, la atrae fuertemente hacia él y asiendo por detrás la recogida melena de la mujer, la obliga a mantener su mirada... el bolso de la mujer cae al suelo. Los castaños ojos de Cornelia lucen llorosos; el humo les ha dado un brillo especial, soberbio, ansioso y eso excita tanto al hombre que descerraja un violento beso en su boca. Cornelia siente en sus vísceras una reconocible mezcla de odio y excitación. La saliva, su aliento... tiene un fuerte aroma a tabaco que se mezcla con Fahrenheit para hombre y esto, junto al roce de una barba incipiente y el bulto que se presiona contra su vientre, la sublima, hace hervir su sangre. Las ágiles manos del hombre recorren todo su cuerpo y al llegar a las nalgas, aprietan con furia su carne y Cornelia se estremece de dolor; una punzada intensa recorre su cuerpo que recuerda en el acto lo que ha venido a hacer. La tensión de ambos cuerpos parece descontrolada y, de pronto, el hombre se afloja y sin que nada pueda impedirlo cae al suelo como un pesado saco. Su cabeza golpea en la parte de la pared más pegada al suelo, lo hace con violencia y allí se queda quieto... muy quieto. Desde abajo, con desencajada expresión, mira a la mujer. Cornelia, firme ante él, sostiene un afilado y sangrante escalpelo en su mano derecha. Un incipiente reguero de sangre se extiende incontenible tras su cabeza buscando el centro de la mísera callejuela. El hombre, tendido inerme ante su matarife, busca con ojos de pánico una explicación... una explicación que Cornelia conoce bien: le ha seccionado la médula espinal justo por debajo del cuello y mientras su sangre no se escape del todo, sera consciente de una muerte inapelable. La mujer se pone en cuclillas ante él, lentamente le baja la bragueta del pantalón y con la mano izquierda le saca la polla...
-Es hermosa, ¿verdad? Lástima que sus días de diversión hayan acabado. -Cornelia, la sostiene en su mano y la masajea con lentitud, hace ademán de una lenta masturbación subiendo y bajando la piel del prepucio, acaricia el glande y pasa el dedo pulgar por el meato. La potente erección que tuviera hace unos minutos es historia y como único recuerdo queda un pene grande blando y dócil -Es extraño -se pregunta Cornelia mirando a un lado y a otro la desierta callejuela-, hace unos segundos era el órgano más vivo del universo, y ahora... -Con extremada lentitud, dirige el escalpelo hacia el miembro del hombre cuyos ojos muestran más espanto que el despertado por una simple y dolorosa muerte. Con fría pericia corta piel y músculo hasta que, con un último y sangrante movimiento, lo separa definitivamente de su dueño. Observa como se vacía de sangre en la palma de su mano y con una frialdad pasmosa, sin gestos en la cara ni sentimientos en el corazón, se lo introduce en la boca entero, empujando con fuerza, con profesional saña, hasta que nota en sus dedos que nada más cabe allí. El miedo y su persona son todo uno en el hombre que, debido a la ausencia de aire, empieza por enrojecer para, a los pocos segundos amoratarse y morir... Cornelia, absorta, mira la expresión de sus ojos y, aunque parezca mentira no siente saciada su venganza... no siente nada... su ansiada satisfacción no aparece por ningún sitio, hasta que algo la sujeta por el brazo. Alza la vista para encontrarse con la mirada del malencarado que, adusto y comprometido, tira de ella intentando sacarla de allí. La mujer se limpia las manos y el escalpelo con el faldón de la camisa del muerto, coge su bolso, el maletín y, con premura se alejan buscando el ruidoso zoco.

       Luis de Castro

2 comentarios:

  1. Jooo... vaya toalla. Menudo pedazzzzo

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  2. Yo creo que el foro no es el adecuado para este tipo de fragmentos. seré más selectivo.
    Un saludo anónimo.

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