Pues mira que voy al cine a pasar un
buen rato y resulta que me aburro como un ostrón. Tanto buen actor
haciendo “el gamba” bajo una cámara que no para, es
contraproducente, ilógico, ¡vamos!, un derroche. ¡Por Dios! ¿Pero
qué se ha tomado ese hombre? ¿Tendrá el baile de San Vito?
La película tiene muy poco recorrido:
justo el de pasar por taquilla, verla y olvidarla, pero la cámara...
esa cámara tiene más kilómetros que los baúles de doña Concha.
Bien está que se utilice esa herramienta para dar impresión de
agilidad, de improvisada realidad, pero... ¿en los interrogatorios
también?
Me pregunto si el guión se ha basado
en alguna novela y, no me queda más que, llegado ese supuesto caso,
decir que la historia no está mal. Interconectar la magia con lo
esotérico tiene su aquel, pero hacerlo llegar al público con un
guión como ese, no. Simple hasta la saciedad y basado en los cien
mil tópicos del cine para domingueros. Muy simple.
Qué
habrá pasado por la cabeza de Sir
Maurice Joseph Micklewhite, Jr, comúnmente llamado Michael Caine,
intérprete de “La huella”, “El hombre que pudo reinar”,
“Hannah y sus hermanas” y unas pocas decenas de filmes más,
cuando haya visto el resultado de este desaguisado... ni pensarlo
quiero.
2 sobre 5
Aldade
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