Estimado Rey:
¡Lo
que son los tópicos!
Desde bien antiguo,
desde Viriato tal vez, las invasiones romanas, bárbaras, árabes y Dios sabe
cuantas más, pasando por ese gabacho al que despedimos con malos modos por no pedir el
debido permiso, hasta hoy, la historia del indómito pueblo hispano se cuenta
por sus gestas. Cuantas remembranzas de heroísmo labradas en la médula de su
espinazo, cuantas. Proezas y más proeza; hazañas a granel que hacen rebosar el
capazo de nuestra memoria. ¿Quien puede negar la evidencia? Somos la leche; y
el indómito pueblo español se nombra por la cantidad y calidad de sus
heroicidades… Pues las mismas que cualquier otro pueblo oiga, ¿o somos más
valientes que los bereberes…? ¡Un pan como unas hostias!... ¿O más guapos que
los azerbayanos…? ¡Y un pico de porrón moñudo!; por que el afamado pueblo
ibérico, si me apuran, tiene poco de pueblo. Sólo nos parecemos a uno cuando
nos pinchan el testículo desde fuera; mientras tanto, nos dedicamos a destrozar
el concepto que de él se tiene hasta el siguiente picotazo. Ni igualdad, ni
solidaridad, ni fraternidad, ni armonía, ni amistad, ni concordia, ni… para
qué: “¡Pa cagarla!” Esa es nuestra filosofía vital, vamos, no tanto como los
argentinos, pero casi; de hecho, en ese caso, los alumnos adelantaron al
maestro.
¿Y a que vendrá el
rollo que me he permitido soltar? Fácil. Carabanchel. Tierra corajuda entre las
corajudas. Donde hasta los zorros temían a los conejos, donde los labriegos se
afeitaban con el rejón del arado sin desenganchar los bueyes. Pues bien. Ya no
es lo que era. Los pobres habitantes de estas tierras rinden pleitesía a unos
mandamases que les exigen cada día más y más cánones y tributos. Insaciables,
el oro de sus anillos no deja ver sus regordetes dedos y ya, ni firmar edictos
pueden con comodidad. Sus capas de terciopelo se fabrican con doble fondo para
que les quepa el ansia de poder y compiten entre ellos para ver quien la tiene
más larga. Sus cetros ya no admiten más pedrería y miran de reojo a ver quien
lo tiene más gordo. Como sigan por ese camino y si no les detiene nadie,
terminarán rajando la gallina para buscar el origen de los huevos de oro. Les
hacen pagar por todo lo que en cualquier sitio sería simplemente vivir. Hace
algún tiempo pintaron líneas verdes y azules en la calle y dijeron que eso era
el S.E.R. –Y yo que pensaba que SER era otra cosa- Y que el que dejara el
vehículo allí: “a pagar”.-“oiga, que yo vivo aquí”. “Es igual, usted pagará,
además, una cantidad fija”. Ahora la basura… “y cuidadín”.- “Oiga, que aquí
hay botellón los fines de semana y como
no viene la policía local no dormimos y encima lo dejan todo sucio” “Usted
denuncie, que algo se hará”. El caso es que de tanto pagar y de tan poco dormir
va y le da un síncope al pobre e indómito vecino y como una bala para el hospital, claro. Como
está a dos minutos del Gómez Hulla, renqueante allí se presenta, pero como es
el Hospital General de la Defensa y esa defensa no es la suya, “a la mierda”
que diría F. Fernán Gómez, vamos que no le atienden, y tambaleante no se dirige
al Doce de Octubre, no; ni al de Alcorcón que se encuentra a 25 minutos, ni al
de Leganés, que está a 15, si no a su queridísimo hospital de referencia, al Clínico
San Carlos que a las nueve de la mañana –Vaya hora para darle el síncope- está a
90 minutos de Cristo-Alá y toda la mitología Griega, y no es que a otra hora
esté mucho más cerca. Además el familiar que le lleve que se olvide de su coche
o que se amancebe con los 90 eurazos de multa que le van a caer, o con el
rumano que le extorsione para no escogorciarle el vehículo; igualmente, que se
lleve tienda de campaña, comida e infiernillo por que los de Urgencias dicen
que trabajo tienen un “rato largo” y, aunque el interfecto sea de Carabanchel,
no tienen ganas de que se les muera y después vengan los deudos con demandas.
Eso sí, cuando salga de allí, el vecino lo hará con muda expresión de idiota y
un montón de papeles en la mano.
El caso es que estos corajudos vecinos, si por
el tópico fuera, hubieran corrido a gorrazos a sus gobernantes, pero, ¡que va!
mayoría absoluta, oiga. Talmente anestesiados. La fuerza por la boca. Le digo
yo al del segundo de echarnos al monte y no sin razón me espeta que qué monte,
si ya no queda. “.-Que no, que es a coger espárragos, que algo nos ahorraremos
para pagar a estos…” “.-¡Ah, bueno!, si es pa eso…”
Aldade
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