ELUCUBRACIONES SIN
TON NI SON
Es miseria humana,
la envidia, la que nos fue dada sin ser pedida y nos hace imposible ver que tú
eres tu propio prójimo. Suspiras con tener, poder, sentir; acaparar lo divino y
lo humano sin caer en cuenta la cantidad de trenes que pasan ante ti y no tomas,
trenes cargados de eso que desdeñas a la ligera, porque tan enfrascado estás en
tus deseos que no te enteras de lo que ocurre alrededor tuya. No te das cuenta
de que el niñato que hace ruido en la calle y que tanto irrita, eres tú hace
algunos años; que ese señor tan engominado que interviene en la tertulia
televisiva y que vierte argumentos con inteligente naturalidad serías tú si no
hubieras dejado las clases de la facultad y cultivado el estómago más que la
mente… Sí, que ese mierda que está pegando a su mujer en el piso de abajo eres
tú; si no hubieras dejado de salir con
aquella gente que bebía tanto. Tratamos a los demás con la lejanía del que se
cree inmune y todopoderoso, aplicamos tópicos a diestro y siniestro, catalogamos,
encasillamos, sobreseemos o condenamos con tanta ligereza que si no fuera por
lo ingrávidos que son nuestros pensamientos y palabras, estos nos aplastarían
por justicia física, pero… Y si no fuera así; y si por un “quítame allá esas
pajas” aparece gente que te tiene en respeto, que siente lo que dices y escucha
lo que piensas, que aprovecha esos buñuelos de viento envenenados de
inconsistencia para saciar su hambre de ideas… Pues que acabas de poner una
sucia estrella más en esta caótica galaxia, una estrellita muy parecida a las
demás y ante la cual no sabrás si está para darte luz y calor o para reventarte en
las narices.
Somos subproductos
de nuestra propia envidia.
Todos tenemos
contraindicaciones y efectos secundarios. Es más, son más profusos y abundantes
que los de la peor quimioterapia. Si sumamos los confesables y los
inconfesables –vicios y virtudes- seguramente en lo que se refiere a reproches,
la raza humana debería ser una especie muda. Por qué y de qué quejarnos sin que
nuestro “mini-yo” nos ponga de vuelta y media al más mínimo de los análisis: He
aquí el eterno dilema. Lo cierto es que lo criticamos todo, nada se resiste a
nuestro personal y “certero” análisis. Criticamos lo hecho, lo por hacer, lo
desecho y lo por deshacer; al todo y a la nada, a Dios y a Satanás. Todo está mal o podría hacerse
mucho mejor, pero si además de dejar esto claro, podemos hacer daño, mejor; eso
sí, el sujeto de nuestro análisis, tengamos por seguro que no se va a quedar de
brazos cruzados y ¡Por Dios! de nuevo todos los ingredientes en la coctelera.:
la sempiterna, tediosa y artificial polémica. ¡Qué aburrimiento!
Mil años de Gloria
para el que rompa la dinámica. Primero la idea y después el ideólogo. Somos
mierdecillas pululantes con muy mala idea y poca visión de futuro a las que hay
que reconvertir en seres cuyo fin último sea la obtención de una calidad de
vida sostenible para si y para sus descendientes. ¿Qué como se hace eso? Pues
con sobredosis de vaselina y sentido común ¡Hombre!... como se hizo siempre.
Dejémosnos de psicodestripes, de socioanálisis, de rememoraciones froidianas y
demás palabros que por complicadas que parezcan, nunca lo serán tanto como la
enrevesada mente de los que nos quieren meter en el lío… Volvamos a la
simplicidad de los remedios de la abuela, al cachete inocente y al beso sin
malicia, a la mano que no peca y a la mirada sincera… o es imposible ya. No me
digan que eso queda sólo en mis recuerdo y que, ajado y desecho, nunca volverá,
que tendremos que vivir “per secula seculorum” mirando de reojo a ese vecino
cincuentón que da caramelos a nuestra querida hija, o contratando seguros que
nos protejan de seguros que no cumplen cuando otro seguro nos deje colgado.
Vaya lata dormir con un tapón en el trasero. Somos tan estúpidos que si el
adminículo fuera de Gore-tex, lo soportaríamos gustosos. A mí me da que ya
estoy un poco cascado para el experimento, que me han vendido las gafas chungas
de tapadillo y tengo tendencia a verlo todo como no quiero. Pero… ¡Por los
clavos de Cris…! ¿cómo pueden ser tan listos?. Mañana le doy la vuelta a la
tortilla. Voy a empezar a dar limosna, ¡ea! y a prestar dinero a los amiguetes
aunque vaya pillado y salir a la calle desabrigado dando pecho al relente y… ¡bueno!,
voy a ser un inconsciente; tengo que recuperarme de tantos años caminando entre
las líneas del libro rojo… y me pondré al lado de las miríadas de tipos como yo, para ser tan diferente como
ellos.
¡En fín! Si has
conseguido llegar al final de esta página y media de desatinos y desvaríos es
que tienes moral para seguir jugando a vivir y no te importa demasiado perder
tiempo…
¡Envidia me das!
Aldade
Jo, tío. Que depresión más grande. Me gusta como escribes, pero tú no puedes ser tan triste como esto.
ResponderEliminarErika.
Hola, Erika: Lo último es deprimirte por algo mío que leas, que para eso ya estoy yo. ¡Vamos! Calderón de la Barca a mi lado era un lolailo.
EliminarUn saludo