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En algunas ocasiones, somos meras víctimas de nuestro raciocinio.
Yo, mi, me, conmigo.
La libertad, como bien se dice, es "LO BÁSICO... una
libertad que esté en armonía con la de los demás", pero en esta difícil
ecuación son tres las incógnitas, no dos.
Yo, mi, me, conmigo.
Las tres son imprescindibles y ninguna despreciable, porque
cualquiera de ellas debería tener poder de veto... pero eso es imposible.
Yo, mi, me, conmigo.
Aquello que nos trajo donde hoy estamos, aquello que tardó
millones de años en fabricarnos, no ha desaparecido del todo; sigue ahí,
actuando a la sombra de nuestro inflado ego.
Yo, mi, me, conmigo.
No despreciemos lo que de bestia hay en nuestro interior,
porque gracias a ello, somos quienes somos.
¿Sabíais que las hembras del corzo tiene la capacidad de
regular el periodo de gestación para acomodarlo a la disponibilidad de un
entorno positivo para el desarrollo del corcino?, ¿y que la coneja, en
situaciones parecidas, puede reabsorber el embrión o abortar su gesta?
Yo, mi, me, conmigo.
Pero estos animales no son libres, son esclavos de un
instinto despiadado y dictatorial que sólo y exclusivamente busca el bien de la
especie, no del individuo.
Para el ser humano llegó el tiempo de la disyuntiva; hay que
resolver el dilema y decantarnos.
Para crear vida humana, hoy por hoy, el macho no es del todo
indispensable y el que la hembra quede en la misma disposición, es cuestión de
tiempo; es más, también es cuestión de tiempo que ninguno de los dos intervengan
para nada… ¿qué pasará entonces?, ¿qué pasará cuando separemos sexo y
reproducción?, ¿seremos sexualmente libres, al fin? No lo sé, pero mientras
tanto seguiré tragando saliva y entristeciéndome
cada vez que alguna mujer aborta.
Yo, mi, me, conmigo.
Luis
F. de Castro
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