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Me pregunto por qué en determinadas
épocas de la vida, la fragilidad del ánimo se hace más evidente; por qué, dependiendo del momento, determinadas sensaciones decantan nuestro humor
en un sentido u otro. ¿Tan voluble somos?, ¿tan veletas?. Por qué el momento es
tan importante como la causa misma.
Puede que el discurrir de las
circunstancias socaven o refuercen día a día algún tipo de depósito de “aguante”
y que, dependiendo del nivel de dicho depósito, las sensaciones cambien ; o que
exista un mecanismo sentimental que no funcione con la corrección debida.
Sea cual fuere la respuesta, es
una puñeta aguantarse a uno mismo cuando –siquiera en esto- nos conocemos
suficientemente.
Luis
F. de Castro
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