jueves, 8 de agosto de 2013

Crónicas ganimedianas -010- Donde dije digo, digo Diego.



Ganímedes, 1 de junio de 2.808


    Sinceramente, AGFO no cree que nadie se tragara que había ido a por tabaco; poco le importa en tanto no puedan demostrar lo de su cobarde estampida. Los polizotes incidieron en que la última lectura del menvisor le colocaba en el enjambre P-2, pero nuestro individuo lo refutó con la consabida y cumplidamente reclamada malfunción del aparatejo; de hecho, esa misma mañana, lo que no había conseguido en días, cumpliose en minutos y ahora, bajo la piel de su parietal izquierdo se enseñorea uno japanés de últimísima gama... y gratis.


    AGFO, descansa del trabajo.
    Acaba de llegar y entre que continúa subiendo mineral con el inaguantable de ANTO y la noche que le ha dado GODA, está hecho escorias.
    La binaria canturrea mientras trajina de un lado a otro de la casa ocupada en DIOR sabe qué. Se ha puesto otra gorepiel y -cosa realmente difícil-, le sienta peor aun. Tanto hueso es complicado de disimular y a pesar de que encarga sus atuendos en “sitios especiales” -según dice ella-, a AGFO le parece que “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. Hoy camina como un pato; se ha hecho poner uñas nuevas y cree que haciéndolo con las palmas de las manos hacia abajo, va a conseguir que le duren más. Asegura que es para darle placer y que espera anhelante la noche para demostrárselo. Lo cierto es que, tras su segunda dormidera completa con el monstruo huesudo, AGFO ha encontrado la manera de sufrir menos con el amor que le ofrece: limita los pormenores a escasos segundo antes de que aproximen sus menvisores y lleguen el orgasmo. Un par de roces y ya está. Lo del pedo de la primera noche no le ha valido en absoluto; más bien, parecía ponerse cachonda con ellos, como pudo comprobar cuando ya no le quedaba más gas dentro, así es que, poco le quedó por hacer en ese sentido para resistirse. Con todo, lo que más le disgusta, es cuando dice eso de “¡Toma zurriagazo!” justo antes de darle al orgasmatrón, mudar los ojos al blanco y comenzar a temblar como una posesa... ¡Por DIOR! Si hasta se le desprende el pelucón. Ahora comprende el por qué de sus diarias visitas al pelucódromo y el presupuesto que debe destinar a ello y, sólo pensar que parte –sino todo- saldrá de su bolsillo, le saca de quicio. El caso es que otros tres no aguanta esta noche por mucho que emplee el novísimo sistema defensivo de “pormenores cero”.
    En el trabajo, sus relaciones con ANTO -el compañero que a modo de castigo le adjudicó el jefecillo- no han mejorado del todo. Es el segundo día teniéndolo como ayudante y el animal sólo ha detenido su perenne canturreo para criticar a alguien: que si al jefecillo, que si al M. G. (Mandamás General), que si a su madre tutora. Según AGFO, a pesar de conocerlo tan poco, ya puede aventurar que este chico tiene la vida más pobre e insulsa de todo el satélite. Es hincha del Titán F. C. y toda su cotidianidad gira alrededor del fútbol y las mujeres; es más, según cuenta, eligió ese equipo por que sus seguidoras femeninas tienen como uniforme una gorepiel que les marca mucho el “parrús” -entiéndase el potorrillo o conejete- y que eso le confiere un plus de emoción a los partidos. AGFO, que ya no tiene edad para caer en esos detalles tan soeces, cree que desde que se prohibió la penetración, está de más pensar en esas cosas... ¡vamos, que para qué! El caso es que para procrear ¡nada! para eso están la fecundación diferida y las madres profesionales, y para el placer tienen el orgasmatrón, que hace lo mismo sin que tengas que limpiar nada.
    -¿Sr. AGFO? -Es el menvisor el que le requiere conversación-
    -Sí, el mismo.
   -Le llamamos de la comisaría de polizotes de Kara Van Chel y tenemos interés en que se pase por nuestras instalaciones para hacerle unas preguntas. -El funcionario tiene el mismo tono de voz que el que tendría un enterrador somnoliento rezando su décimo “Padrenuestro”
    -Con permiso, ¿puedo preguntar para qué? - La curiosidad de AGFO, además de lógica, es evidente.
    -Es un asunto oficioso y absolutamente confidencial... y hasta ahí puedo decirle. ¿Le parece a las doce del mediodía?
    -Bien, bien, pero debo solicitar permiso a la empresa para ello, ¿no cree?.

    -Dígales quien le cita y no habrá problema. -El polizote ha resuelto la comunicación colgando bruscamente y deja a AGFO como un sorprendido pasmarote.

                                                                                      (Continuará...)


                                                                                                                     Aldade.

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