Ganímedes,
10 de junio de 2.808
-Ande,
arréglese un poco y vuelva a casa cuanto antes; que su binaria no le
eche en falta. -AGFO está tendido boca arriba en una tabla. La luz
difusa deslumbra el único ojo que se permite abrir -el otro lo
supone de vacaciones en Plutón-, y el resto de su malhadado cuerpo,
produce dolores a un ritmo que no puede seguir. FIGA, la inspectora,
le examina el ojo desgraciado tan de cerca que sus abundantes pechos
le rozan el brazo izquierdo y AGFO, cuando tiene conciencia de lo que
está pasando, hace por quedarse quieto y parecer muerto. Detrás de
la polizota, ANTO mira expectante, ora a AGFO, ora al trasero de la
mujer y reza por que aquella escena dure lo más posible. Su gozo en
un pozo; con un chasquido de lengua, FIGA se incorpora dando por
terminada la sesión. -No quiero que esto trascienda. Los golpes no
son nada y sanarán solos, sin ayuda de nadie; por lo que váyase a
casa y dígale a GODA que se calló al bajarse de la espaciera: le
creerá.- ANTO asiente como si estuviera hablando con él al tiempo
que AGFO, con ademanes de estar pariendo, consigue incorporarse.
-¡Échame
una mano, hombre, que estás “pasmao”! - ANTO da un respingo para
ayudar a un AGFO que recupera su “buen humor” a marchas forzadas
y ya sentado se examina palpándose por doquier. -¡Pero, si sólo me
dio una bofetada...!
-Si
-responde el compañero de fatigas-, una bofetada mientras estabas
consciente, que después, la mula esa decidió sacudirte hasta que se
te cayera el carné del Atlético Titan... y como no lo llevabas
encima pues... -AGFO tragó saliva como si se viera de nuevo en la
tesitura.
Cuando
ANTO lo deja en casa, AGFO cree que tras de la experiencia vivida
está preparado para todo... ¡Cuán equivocado resulta!
-¡Hay
mi amorcito! ¿Pero que te ha pasado, por Dior? -Entre gritos y
aspavientos, AGFO cree haberse caído en un club de plañideras
histriónicas y GODA, que no hace otra cosa que tocarle aquí y allá,
se ha excitado tanto como cuando encuentra algún modelito de su
gusto en el estonomato. Con un toqueteo tan poco cuidadoso, nuestro
hombre se cree morir y, ahora, todo su interés es que esos brazos
que suben y bajan dejando ver las brochas de afeitado que tiene bajo
cada axila, paren de una vez. Su binaria se ha puesto una gorepiel
de buen tiempo y lo que normalmente se supone, ahora se hace
realidad: Esta mujer se ha quedado con los huesos de su difuntos
exbinarios y los lleva puestos. Con razón ANTO ha tardado tan poco
en desaparecer, no vaya a ser que a este ser le de por abrazarle. No
sabe muy bien como, pero al poco, AGFO se encuentra sobre la hamaca,
tomando una cápsula de Dior sabe qué y con el sopor que precede al
reino de los sueños. ….......
-He
llamado a CLON y le he dicho que hoy no vas a trabajar... -En un
principio, AGFO no sabe donde está; sólo que la voz de su pegajosa
binaria flota en el aire. Por más que lo intenta, no consigue abrir
los ojos y el cuerpo le duele como recordaba que le había dolido.
-Así es que hoy nos vamos a hacer una excursión por los anillos...
¿Qué te parece? -Los ojos de AGFO se abren del todo y el corazón
se le pone de golpe a velocidad de crucero.
-Pero,
pero si se necesitan meses para obtener un pase. - AGFO se ha
incorporado y suplicante, mira a su binaria con cara de
desesperación. -Además, me duele todo el cuerpo. Estoy hecho
polvo...
-¡Nada,
nada! Una salidita para tomar el aire te vendrá bien... Los pases me
los ha regalado un antiguo binario que me debía un favor. -El favor
sería que no se lo cargase -piensa AGFO- GODA ha cogido el bolsito
de viaje y con los brazos en jarra, le mira con la ilusión plasmada
en los miles de dientes de su sonrisa. -Así que vamos que se nos
pasa la hora...,
Obediente
-no es para menos- nuestro orondo personaje, se deja arrastrar
-literalmente-, por su activa y hacendosa binaria. No tardan mucho en
llegar al pequeño y cutre espaciopuerto de la empresita que gestiona
las excursiones por los anillos. Allí, con una Poca-Cola y una
porción de patatas como toda compañía, les montan en una espaciera
panorámica desde la que -y eso no se puede negar- la vista de los
anillos de Saturno es impresionante. Por delante tienen dos horas de
paseo en los que la mutua compañía no puede con la soledad y el
desasosiego que siente AGFO. No bien llevan quince minutos en los que
GODA no deja de hablar ni en uno solo de ellos, su perorata se para
en seco.
-Sabes;
aquí, solos, en la inmensidad del espacio, me han entrado ganas de
hacer el amor. -AGFO se hunde ostensiblemente en el susiento y
resignado observa como la mujer, no bien ha acabado de decirlo ya le
está metiendo mano descaradamente.
-¿Ahora?
-Casi inaudible, es lo único que se atreve a decir. Le queda su
táctica: reducir los pormenores a la nada, sincronizando los
menvisores rápidamente para darle al orgastrón lo antes posible. Es
la única manera de no sufrir daños apreciables; pero la mujer,
cachonda hasta decir basta, parece haberle leído la mente porque
bloquea el suyo. Cinco minutos de magreo indecente y como el náufrago
que se agarra a la tabla salvadora, AGFO consigue accionar el
orgastrón. Goda se dispara en temblores y contorsiones
inverosímiles.
-¿Algún
problema, señores? -La pantalla de la espaciera se activa y un
plasmón sonriente se hace visible. Goda está abierta de piernas y
con el pelucón rosa en la cara y AGFO se protege las partes blandas
del ataque de la mujer...
-¡No,
ninguno! -Responde un azorado y sorprendido AGFO.
-Pues
procuren no activar el sensor de emergencia si no existe ninguna,
gracias. -La pantalla se desactiva y nuestro hombre comprueba como en
su estertores orgásmicos, la mujer no deja de machacar el dichoso
sensor rojo con saña sin igual.
(Continuará...)
Luis F. de Castro.
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