viernes, 23 de agosto de 2013

Crónicas ganimedianas -015- Perdone que no me levante.



Ganímedes, 10 de junio de 2.808

    -Ande, arréglese un poco y vuelva a casa cuanto antes; que su binaria no le eche en falta. -AGFO está tendido boca arriba en una tabla. La luz difusa deslumbra el único ojo que se permite abrir -el otro lo supone de vacaciones en Plutón-, y el resto de su malhadado cuerpo, produce dolores a un ritmo que no puede seguir. FIGA, la inspectora, le examina el ojo desgraciado tan de cerca que sus abundantes pechos le rozan el brazo izquierdo y AGFO, cuando tiene conciencia de lo que está pasando, hace por quedarse quieto y parecer muerto. Detrás de la polizota, ANTO mira expectante, ora a AGFO, ora al trasero de la mujer y reza por que aquella escena dure lo más posible. Su gozo en un pozo; con un chasquido de lengua, FIGA se incorpora dando por terminada la sesión. -No quiero que esto trascienda. Los golpes no son nada y sanarán solos, sin ayuda de nadie; por lo que váyase a casa y dígale a GODA que se calló al bajarse de la espaciera: le creerá.- ANTO asiente como si estuviera hablando con él al tiempo que AGFO, con ademanes de estar pariendo, consigue incorporarse.
    -¡Échame una mano, hombre, que estás “pasmao”! - ANTO da un respingo para ayudar a un AGFO que recupera su “buen humor” a marchas forzadas y ya sentado se examina palpándose por doquier. -¡Pero, si sólo me dio una bofetada...!
    -Si -responde el compañero de fatigas-, una bofetada mientras estabas consciente, que después, la mula esa decidió sacudirte hasta que se te cayera el carné del Atlético Titan... y como no lo llevabas encima pues... -AGFO tragó saliva como si se viera de nuevo en la tesitura.
     Cuando ANTO lo deja en casa, AGFO cree que tras de la experiencia vivida está preparado para todo... ¡Cuán equivocado resulta!
     -¡Hay mi amorcito! ¿Pero que te ha pasado, por Dior? -Entre gritos y aspavientos, AGFO cree haberse caído en un club de plañideras histriónicas y GODA, que no hace otra cosa que tocarle aquí y allá, se ha excitado tanto como cuando encuentra algún modelito de su gusto en el estonomato. Con un toqueteo tan poco cuidadoso, nuestro hombre se cree morir y, ahora, todo su interés es que esos brazos que suben y bajan dejando ver las brochas de afeitado que tiene bajo cada axila, paren de una vez. Su binaria se ha puesto una gorepiel de buen tiempo y lo que normalmente se supone, ahora se hace realidad: Esta mujer se ha quedado con los huesos de su difuntos exbinarios y los lleva puestos. Con razón ANTO ha tardado tan poco en desaparecer, no vaya a ser que a este ser le de por abrazarle. No sabe muy bien como, pero al poco, AGFO se encuentra sobre la hamaca, tomando una cápsula de Dior sabe qué y con el sopor que precede al reino de los sueños. ….......
    -He llamado a CLON y le he dicho que hoy no vas a trabajar... -En un principio, AGFO no sabe donde está; sólo que la voz de su pegajosa binaria flota en el aire. Por más que lo intenta, no consigue abrir los ojos y el cuerpo le duele como recordaba que le había dolido. -Así es que hoy nos vamos a hacer una excursión por los anillos... ¿Qué te parece? -Los ojos de AGFO se abren del todo y el corazón se le pone de golpe a velocidad de crucero.
    -Pero, pero si se necesitan meses para obtener un pase. - AGFO se ha incorporado y suplicante, mira a su binaria con cara de desesperación. -Además, me duele todo el cuerpo. Estoy hecho polvo...
    -¡Nada, nada! Una salidita para tomar el aire te vendrá bien... Los pases me los ha regalado un antiguo binario que me debía un favor. -El favor sería que no se lo cargase -piensa AGFO- GODA ha cogido el bolsito de viaje y con los brazos en jarra, le mira con la ilusión plasmada en los miles de dientes de su sonrisa. -Así que vamos que se nos pasa la hora...,
    Obediente -no es para menos- nuestro orondo personaje, se deja arrastrar -literalmente-, por su activa y hacendosa binaria. No tardan mucho en llegar al pequeño y cutre espaciopuerto de la empresita que gestiona las excursiones por los anillos. Allí, con una Poca-Cola y una porción de patatas como toda compañía, les montan en una espaciera panorámica desde la que -y eso no se puede negar- la vista de los anillos de Saturno es impresionante. Por delante tienen dos horas de paseo en los que la mutua compañía no puede con la soledad y el desasosiego que siente AGFO. No bien llevan quince minutos en los que GODA no deja de hablar ni en uno solo de ellos, su perorata se para en seco.
    -Sabes; aquí, solos, en la inmensidad del espacio, me han entrado ganas de hacer el amor. -AGFO se hunde ostensiblemente en el susiento y resignado observa como la mujer, no bien ha acabado de decirlo ya le está metiendo mano descaradamente.
    -¿Ahora? -Casi inaudible, es lo único que se atreve a decir. Le queda su táctica: reducir los pormenores a la nada, sincronizando los menvisores rápidamente para darle al orgastrón lo antes posible. Es la única manera de no sufrir daños apreciables; pero la mujer, cachonda hasta decir basta, parece haberle leído la mente porque bloquea el suyo. Cinco minutos de magreo indecente y como el náufrago que se agarra a la tabla salvadora, AGFO consigue accionar el orgastrón. Goda se dispara en temblores y contorsiones inverosímiles.
    -¿Algún problema, señores? -La pantalla de la espaciera se activa y un plasmón sonriente se hace visible. Goda está abierta de piernas y con el pelucón rosa en la cara y AGFO se protege las partes blandas del ataque de la mujer...
    -¡No, ninguno! -Responde un azorado y sorprendido AGFO.
    -Pues procuren no activar el sensor de emergencia si no existe ninguna, gracias. -La pantalla se desactiva y nuestro hombre comprueba como en su estertores orgásmicos, la mujer no deja de machacar el dichoso sensor rojo con saña sin igual.
                                                              (Continuará...)


                                                                                       Luis F. de Castro.

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