Que la ONU no sirve para lo que se concibió, lo sabemos casi todos; que se ha convertido
en un sumidero de fondos, también; que sus funcionarios, por regla general, son
asalariados de intereses espurios y torticeros, por supuesto; pero que haya
terminado siendo un lastre imposible de sobrellevar, eso no lo esperaban
algunas almas cándidas.
Este pedazo de monstruo burocrático e ineficaz se ha
transformado en un freno para que los pueblos necesitados de ayuda, la
consigan. Ninguna de las muchas cuitas que pasan por sus ostentosos salones se
soluciona, si acaso se enmerda y, algunas, hasta límites éticamente
insoportables. Sus resoluciones son alas de mariposa en una atmósfera de ácido
sulfúrico y sus funcionarios, zánganos en una enorme y caótica colmena.
El alma humana es estadísticamente ruin y en este
conglomerado de desvaríos que es la Unión de Naciones, tiene su paradigmática
excusa para mantener un estatus mundial injusto y asqueroso.
Pero ¿tienen esto solución…?: No lo creo; si acaso a un
largísimo plazo y tras algún desastre de notable magnitud. Hoy por hoy, el individuo no es más que un
puñado de barro en manos del alfarero global y teniendo en cuenta la inmadurez
de este: ¡echémonos a temblar!
Solo quedan dos opciones: pasar desapercibido o erigirte
en líder y, la segunda tiene tantos candidatos que taponan la entrada a un
paraíso al que llegan los más escurridizos, no los más capaces.
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