viernes, 2 de agosto de 2013

Crónicas ganimedianas -008- ¡Virgencita, que me quede como estaba!



Ganímedes, 28 de mayo de 2.808 (por la noche)

     Cinco minutos después, se presentan los polizotes. CLON comenta algo con ellos que AGFO no puede escuchar, pero que, a todas luces debe ser jocoso, porque los dos tipos ríen a mandíbula batiente; incluso uno de ellos, el más alto, se permite dar una patadita a la campana provocando que esta bambolee de un lado a otro haciendo parecer a nuestro hombre un tentetieso. Allí, sentado en cuclillas con el enfado bullendo en su interior, pasan por su cabezas mil formas de filetear a los tres hijos de puta. Le miran como si fuera un bicho raro del unizoo y mientras tanto, hablan, hablan y ríen. Cuando parece que han tomado una decisión, los uniformados acoplan la campana a su espaciera y emprenden camino a lo desconocido. Dejan atrás al jefecillo que le despide agitando su regordeta mano mientras esgrime una sonrisa en el gesto que no presagia nada bueno. AGFO se debate en dudas sobre su destino hasta que segundos después, aparece su enjambre a la vista. ¡DIOR! ¡No, eso no! Un terror incontenible sacude sus orondas tripas cuando descubre que le llevan a casa, le llevan a la cueva de su demonio particular. La moral y las fuerzas de AGFO ya no pueden más. Esta cansado de resistir y sus grasientos miembros se relajan dejándose caer sobre el fondo de la campana dispuesto a recibir lo que el destino quiera darle.
     GODA está allí, con esos huesos que la gorepiel nunca podrá ocultar, su pelucón rosa y una terrorífica mueca que algunos -los que no la conozcan- podrían definir como una sonrisa. Los polizotes le dicen algo antes de desactivar la campana. Al hacerlo, AGFO, sacando de su interior el poco orgullo que le queda, se pone en pié trabajosamente y se sacude la gorepiel intentando que su aspecto sea lo menos humillante posible... Ahora, el sonido llega a sus oidos.
     -¡Cariño! ¡Por fín en casa! ¡Cuanto te he echado de menos! Dale las gracias a estos señores que han tenido la deferencia de traerte aquí en vez de hacerlo a Mantenimiento Radical.-A la vez que dice esto, soba y resoba descaradamente a uno de los polizotes que por su cara cree -inocentemente, por supuesto- que le está pasando algo bueno.
     -¡Claro está! -interrumpe el otro polizote- Debe usted agradecer a su binaria que se haga cargo de la situación. -Mientras esto dice, con la fusta-laser se da golpecitos en el muslo- Su mala actitud continuada nos pone en el brete de tomar medidas drásticas, pero su binaria, de generosidad poco común, accede a responsabilizarse de sus actos durante el ciclo de confinamiento domiciliario. -¿Comoooo? -AGFFO, a tenor del gesto de asombro, recibe la noticia del castigo como si le hubieran extraído un testículo a bocados.       
     -¿Un ciclo aquí...? ¡con esta!
   -...Y de gracias. -responde el polizote- ¡Ah! Y si su amable binaria nos da alguna queja; del Mantenimiento Radical no le salva ni DIOR.
     -¡Que amables son estos señores, ¿verdad, cariño? -GODA le está dando tal magreo al polizote que este, ciertamente sobrepasado, está empezando a mostrar interés por escapar de allí. AGFO, con la dramática noticia, ha perdido cualquier asomo de ese orgullo que intentó mostrar y se arrodilla ante el polizote agarrándose a sus muslos y suplicando...
     -¡No, no me hagan esto! ¡Deportenme a Europa!, o mejor, a los hornos de cal de Calixto, pero... ¡por favor, no me dejen con esta! -La escena es tan denigrante que los polizotes se miran entre ellos y sin decirse una palabra,llegan a la conclusión de que no cobran para soportar esto y con cuatro interjecciones y tres sacudidas desaparecen en su espaciera oficial. AGFFO se derrumba sobre el suelo gimiendo desconsolado. Instantes después, iza el rostro y comprueba que GOODA, con los brazos en jarras le observa con tal expresión de triunfo que nuestro héroe no tiene por más que mearse de miedo.
     -¡Pobre! Lo mal que lo está pasando... -GODA, suavemente, le ayuda a levantarse- Ahora mismo vas a comer algo y después vamos a descansar, que el día ha sido muy agitado, ¿no?. AGFO se deja llevar hasta el susiento y desparrama resignadamente sus grasas encima. La calva le brilla como cien soles y su mirada se pierde en la lejanía. Instantes después, la mujer aparece con dos capsulas... -Toma, amor: una es de arroz con pollo y la otra de langostinos con ginseng... Que me han dicho que va muy bien para los enamorados... ¡Eh, pillín! -Si alguna vez AGFO se había sentido desgraciado, fue después de oír esto. Con una desgana tan evidente que a cualquiera provocaría el vómito, nuestro hombre se introduce las capsulas en la boca como si fueran de cianuro. Acto seguido y sin que la digestión sea causa atenuante, GODA le coge del brazo y lo acompaña a la dormidera; una vez en ella, despliega las dos sumacas y ayuda a AGFO a recostarse en una de ellas.
     -Ahora, cariño, espérame que voy a ponerme cómoda. No te impacientes, ¿vale?... -Le mira entornando los ojos y pasándose la palma de la manos por las huesudas caderas como si de la danza más excitante de Universo se tratara, pero para AGFO, una araña peluda sería infinitamente más sexy que ella. Acto seguido desaparece de la dormidera en dirección al sanidario.
     Nuestro hombre, a los escasos segundos de verse sólo, recapacita: Han dejado su vida a merced de GODA y trasgredir el confinamiento domiciliario es ya un delito planetario; sería una locura convertirse en un proscrito... Si sólo es cuestión de sexo. ¡Total! dejarse hacer y ya está... Como picado por una boacobra, AGFO salta de la sumaca, extrae su espaciera del bolsillo, la extiende y se escapa raudo y riendo a carcajadas.
     -¡A la mierda! ¡A la mierda! ¡A la mierda todos! -La espaciera se aleja del enjambre hundiéndose en la noche ganimediana mientras da tumbos y hace tirabuzones. 
     ¿Donde irá?: DIOR sabrá donde.

                                                                                                 (Continuará...)


                                                                                                                               Aldade.

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