Ganímedes,
9 de junio de 2.808
AGFO
no cabe en sí de gozo. La nueva situación –entiéndase, compartir
la binaria con FIGA, la inspectora de policía-, no puede ser más
beneficiosa. La única cuita que le aborda es que el ayuntamiento sea
ocasional y no le desahogue lo suficiente como para escapar de ese
monstruo ávido de sexo. Ya, la noche siguiente a que las descubriera
calentando empañadillas (Versión arcaica y gastronómica de hacer
un bollo), GODA casi no le requirió; sólo en una ocasión y a AGFO
puede decirse que le supo a menosprecio; aunque pensándolo con
ecuanimidad, no tiene por más que reconocer que si él fuera GODA,
también le cambiaría por esa jaca jerezana.
Hasta
se lo notan en el trabajo. ANTO, su joven y extrovertido compañero
de transportera, se lo ha hecho notar. –¡A ti te pasa algo! Veinte
minutos sin mandarme a la mierda… eso no se lo cree ni el que adora
a Dior… y esa estúpida sonrisa… ¡Que a mí no me engañas,
chaval! –Evidentemente, la presión a la que estuvo sometido hasta
hace poco le pasó factura y en nuestro hombre sucedió lo mismo que
a aquel que le liberan de golpe en Calixto; que corre que se las
pela.
A
la salida del trabajo se fue a tomar una cereveza con ANTO y
dejándose llevar por él, recalaron en un bareto en las alturas.
AGFO conoce la fama de estos locales y, si bien en otra tesitura le
hubiera puesto de vuelta y media, en esta, entró sin rechistar. Son
sitios fuera de cualquier enjambre y se sitúan por encima y
equidistantes para evitar controles e impuestos: ¡Vamos!, como los
políticos de todas las épocas; y en ellos, principalmente se bebe
alcohol, se establecen relaciones fuera del control de la Agencia y
otras muchas gorrinadas.
Ya
en su interior, sincronizan los menvisores y el mismo chunda chunda
obliga a toda la concurrencia a menearse al unísono. Piden dos
jarrotes que les son servidos por un plasmón azul, desnudito y
enormemente musculado, cuyo pene tiene laseado “Recopla” en
grandes letras amarillas y con una sonrisa tan artificial como falsa.
El primer jarrote cae sin que la cereveza toque las paredes del
gaznate, por lo que la segunda no tarda en aparecer y entre los
comentarios sobre la gente, la música y el bebercio, AGFO ya no
puede dominar su estúpida sonrisa. ANTO le obliga a recalar en dos
mujeres que, por sus gestos, risitas y miradas, es evidente que
hablan de ellos y nuestro hombre, henchido por un valor irrefrenable
se lanza a una conquista de las de antes: Infla el pecho, esconde –en
la medida de lo posible, claro- la barriga, se enjuga el sudor de la
frente y ¡a por ellas!
-¡Viva
el Atlético Titán! –De pie, firme como un palo, con el jarrote en
una mano y con el puño cerrado y en alto la otra, AGFO se pone a
cantar el himno del Atlético Titán, su equipo de toda la vida. Las
chicas, divertidas se echan a un lado dejando al descubierto a un
tipo grande, malencarado y que ¡maldición! lleva la gorepiel con
los colores del Real Ceres F.C. El único que sintió fue el primer
guantazo, los demás de una larga ristra, se diluyeron en los vapores
de la cereveza.
……
Cuando
las primeras luces atraviesan su único párpado en disposición de
abrirse –el otro no ofrece garantías-, AGFO percibe el angelical
rostro de la inspectora…
-Yo
pensé que su manera de colaborar sería otra… ¡Vaya pedazo de
inconsciente! –Que las primeras palabras que salieran de aquellos
labios fueran de reproche, era algo que AGFO no podía aguantar…
(Continuará...)
Aldade.
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