Ganímedes,
2 de junio de 2.808
Como
un reloj, AGFO se personó en las dependencias de los polizotes de
Kara Van Chel. Su jefecillo, el ínclito CLON, no puso demasiadas
objeciones a la licencia en la mina cuando le relató el motivo.
-Espero que tu actitud cambie y deje de darnos problemas... -le dijo-
en cualquier caso, se te descontará del sueldo el tiempo que faltes
al trabajo. -Escarmentado, AGFO calló. Una nueva bronca es lo último
que necesita.
La
polizotería es un edificio deprimente, como todos aquellos donde ir
es obligatorio, y está lleno de plasmones. A primera vista no
aparece ni un humano. -Mal empezamos. -piensa AGFO- al que, como
sabemos ya, este tipo de personal le disgusta enormemente. A
continuación de la sala de recepción se extiende un pasillo que
parece no tener fin; no tiene ningún tipo de abalorio o adorno que
le de algo de vida por lo que, sobre su color verde desvaído,
destaca sobremanera el azul de los plasmones que deambulan por allí
como si en ello les fuera la vida. AGFO espera firme y quieto a que
alguno de los artefactos le atienda. No espera mucho hasta ver como
una mancha de color blanco se le aproxima desde el fondo del infinito
pasillo. Es una joven, alta y estupenda. La larga y lisa melena rubia
se mece al compás que marcan sus caderas y la gorepiel le sienta tan
bien como los mejillones a la paella. Cuando llega a su altura,
comprueba que le supera en altura.
-Sr.
AGFO, supongo. -La mujer mantiene la mano extendida el tiempo que
nuestro hombre tarda en reaccionar. Cuando -tras unos segundos- esto
sucede, se la estrecha recibiendo un apretón que no cuadra con el
magnífico ser que tiene delante. Al final es eso lo que le saca del
estado semi-catatónico en el que estaba sumido. -Soy FITA,
inspectora jefe de esta polizotería. Acompáñeme.
Caminan
poco antes de entrar en una estancia sencilla y funcional. Tan
sencilla y funcional que hace destacar aún más la espectacular
presencia de la inspectora. AGFO está absorto; hace muchos ciclos
que no ve a una mujer como esta y su cerebro dedica el 95 % de su
capacidad en digerir la imagen que se le ofrece.
-Tenemos
fundadas sospechas de que su binaria es una asesina en serie...
¡Señor AGFO! ¿me oye usted?
-¡Ah!
Si, si, dígame -AGFO no había oído nada centrado, como estaba, en
el ángel celestial que tenía enfrente.
-Le
digo, señor, que tenemos sospechas de que su binaria es una asesina
en serie. -Tras unos segundos en los que la cara del hombre podría
compararse con la de una calabaza de halloween, AGFO parece
reaccionar y con estúpida expresión y al tiempo que se atusa
nervioso el bigote, responde.
-¡No
joda!... ¡Oh, perdón! ¡No me diga!¿Y eso...? -La inspectora,
satisfecha por la reacción que ha provocado en el hombre, se
apalanca más cómodamente en el susiento y encendiendo un pitillo,
espera a que madure su expectante paciencia.
-¡Pues
sí! Desde hace algún tiempo había sospechas, pero nada
demostrable; ahora bien, de un tiempo a esta parte, nos han llegado
datos que la han reavivado. -La inspectora, a la vez que le dice
esto, le mira de arriba a abajo y, por su expresión, se diría que
estaría dispuesta a esperar a que la asesina se lo cargara para
retomar la senda de la justicia.
-¡Bueno...!
¿y por qué no la detienen ya!? - Consigue balbucear.
-Las
cosas como estas no son tan fáciles, ¿me entiende? No se puede
enviar a nadie a mantenimiento radical sin estar completamente seguro
de que se lo merece.
-¿Y
por qué me lo dicen? ¿Que quieren de mí? -A AGFO le tiembla el
labio inferior y la pierna izquierda -esta última de manera
escandalosa- demostrando así a su interlocutora que le acaba de
meter el miedo en el cuerpo.
-Nuestro
interés... -la rubia inspectora expulsa una voluta de humo con forma
de salchicha y se toma su tiempo para contestar- nuestro interés,
digo, se basa en que colabore con nosotros lo suficiente como para
demostrar esas sospechas.
-Pero...
pero cómo ¿Yo soy un simple transportero y no entiendo de estas
cosas... -La pierna ha exportado su temblera a otras partes del
cuerpo, y el rostro de la inspectora no puede ocultar que está
disfrutando del espectáculo como si estuviera en la discobaile.
-¡Pues
dejándose hacer, hombre, dejándose hacer!
(Continuará...)
Aldade.
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